Desde la dictadura más longeva del hemisferio occidental, dirigentes del hegemónico y único partido legal de Cuba expresaron su apoyo al recién electo presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, tras el asalto a las instituciones democráticas de ese país protagonizado por una turba de seguidores del expresidente Jair Bolsonaro.
A pesar de la imposición mediante la violencia de un régimen totalitario, y de llevar más de sesenta años sin pluralidad política ni elecciones libres, los comunistas cubanos –al igual que todos los demócratas del mundo- salieron en tromba en las redes sociales a manifestar su rechazo a la intentona golpista y solidarizarse con el líder del Partido de los Trabajadores (PT), un viejo aliado del régimen cubano.
“Rechazamos los ataques a las sedes de los tres poderes del Estado en Brasil, por fuerzas fascistas que pretenden revertir con violencia la voluntad democrática del pueblo que eligió en paz y en las urnas, a Lula da Silva”, declaró este domingo el Partido Comunista de Cuba (PCC) en Twitter.
El mismo partido que defiende la “unicidad de poderes de la revolución” frente a la división de poderes propia de las democracias representativas, es el que expresa su rechazo al asalto de bolsonaristas a las sedes de los poderes legislativos, judicial y ejecutivos de la República federal presidencialista de Brasil, país en el que recientemente un candidato de izquierdas ganó por ajustado margen al de la derecha en elecciones justas, libres y transparentes.
“¡Expresamos todo nuestro respaldo y solidaridad al presidente electo Lula da Silva y a su Gobierno! La voz de la juventud cubana se levantará permanentemente en favor de la justicia y la verdad”, dijo por su parte la Primera Secretaria del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, Aylín Álvarez.
Imposibilitados moral e intelectualmente para percatarse de que sus principios y valores no representan al conjunto de los cubanos, los líderes comunistas son capaces de lanzar mensajes ridículos como el de Álvarez, en el que se arroga la representación de todos los jóvenes cubanos, cuando en realidad sus 500,000 militantes -según cifras oficiales- representan el 22% de los más de 2 millones 200 mil de cubanos entre los 15 y 29 años (Anuario Estadístico de Cuba, 2015).
“Condenamos enérgicamente los actos violentos y antidemocráticos que ocurren en Brasil, con el objetivo de generar caos e irrespetar la voluntad popular expresada con la elección del presidente Lula. Expresamos todo nuestro respaldo y solidaridad a Lula da silva y su gobierno”, indicó el primer secretario del PCC y gobernante designado de Cuba, Miguel Díaz-Canel, el mismo que dio la “orden de combate” contra los cubanos que salieron a manifestar su voluntad de cambiar dictadura por democracia, y represión por derechos y libertades.
No satisfecho con la incoherencia política de sus actos y pronunciamientos, el líder de la llamada “continuidad” transmitió otro mensaje de apoyo al líder del PT. “Estas imágenes de vandalismo, destrucción y violencia se han visto antes. Negados a reconocer un triunfo de la alternativa, los bolsonaristas de Brasil son émulos de los trumpistas que asaltaron el Capitolio de Washington. Solidaridad total con Lula da Silva”.
El Dr. Díaz-Canel, un cuadro empeñado en salir de la crisis en que ha sumido al país sesenta años de imposición comunista apelando al cuerpo doctrinal de Marx y Lenin en su versión más pedestre, no muestra pudor alguno para hablar de “reconocer un triunfo de la alternativa” en Brasil. En Cuba ni hablar: la llamada “revolución” es sagrada y no existe alternativa al socialismo, una ideología blindada en la Constitución de la dictadura.
Más allá de la hipocresía y las contradicciones ramplonas de los comunistas cubanos, la mayoría de los demócratas del mundo han condenado el asalto a las instituciones de Brasil, incluido muchos activistas de la sociedad civil cubana que valoran las reglas del juego y la convivencia democrática con sinceridad y una capacidad de análisis político superior a las letanías del coro de oportunistas que, en Cuba, dicen ser comunistas para vivir como oligarcas.
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