El gobernante Miguel Díaz-Canel volvió a pedir a los cubanos que resistan con “trabajo y creatividad” estos tiempos de crisis, agravada por la ineficiente gestión de su ejecutivo y por el agotamiento de un modelo socialista que ya ni siquiera es capaz de producir consignas o narrativas eficaces para su propaganda.
“Con la solidaridad y la comprensión de una parte significativa de la comunidad internacional, Cuba enfrenta los impactos del bloqueo recrudecido”, dijo el también primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) en la clausura del Segundo Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), en su X Legislatura.
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Con “el bloqueo” como causa de los problemas de Cuba, el discurso del gobernante insiste en culpar a un “enemigo externo” de los resultados de su gestión. La consecuencia lógica, entonces, no es otra que apelar a la “resistencia”, pero de forma “creativa”.
La consigna más vacía de la llamada “continuidad” sigue viva después de más de dos años de uso. Lanzada durante la pandemia de coronavirus a propósito de la “victoria” que significó el desarrollo de los candidatos vacunales cubanos, el régimen cubano se aferró a ella como si se tratase de un concepto funcional dentro de la acción de gobierno.
“Hoy nos corresponde enfrentar la concurrencia a estas problemáticas con las secuelas de la pandemia y la crisis global. Lo haremos con decisión y firmeza, con inteligencia e integralidad, con optimismo y confianza, compartiendo esfuerzos y aportes entre todos en medio de un contexto adverso, pero seguro de que vamos a superar los desafíos con trabajo, talento y creatividad, o sea, con resistencia creativa”, concluyó Díaz-Canel este viernes en la ANPP.
Convertida en tópico del choteo criollo, la “resistencia creativa” del Dr. Díaz-Canel sigue resaltando la incapacidad de su gobierno (y del verdadero poder del régimen cubano que lo puso de figura decorativa) para superar una crisis que no es “coyuntural”, sino sistémica.
A pesar de ello, los propagandistas del Palacio de la Revolución no encuentran un sucedáneo para la dichosa frasecita y siguen dándole a la matraca, como si su monótona repetición surtiera efecto en una población de autómatas que no pasan hambre ni necesidades, ni tuvieran capacidad de pensar, ni de llegar a sus propias conclusiones.
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