El corredor Osvaldo Lara, quien fuera una gloria del atletismo cubano, falleció el primero de enero de un infarto al miocardio en La Habana.
Lara, de 68 años, fue uno de los principales velocistas que dio la Isla en las décadas del 70 y 80, con resultados en los 100 y 200 metros planos que lo llevaron a competir en Juegos Centroamericanos, Panamericanos y Olímpicos.
El periodista José Francisco Reinoso Zayas, de la agencia Prensa Latina, compartió fotos del sepelio en su perfil de Facebook.
De acuerdo con el reporte, su despedida estuvo a cargo de un vecino, que habló de su ejemplo como destacado deportista y de su consagración a su familia: a su hijo, su esposa y su nieta.
"No solo fuiste un múltiple medallista sino también un hombre de bien, querido y respetado", puntualizó el hombre.
La nota no precisa si alguien asistió al entierro en representación de las autoridades deportivas del país.
Sí acudieron otros antiguos atletas como Juan Morales, Silvio Leonard, Andrés Simón, Mercedes Pérez, Frank Monthié, Juan Carlos Domecq, Andrés Wood y Pichirilo, junto a familiares, admiradores y amigos de la comunidad.
Osvaldo Lara, uno de los mejores corredores de velocidad que ha dado Cuba, vivía triste, enfermo y olvidado por el gobierno.
En 2020 concedió una entrevista al semanario Trabajadores en la que denunció el abandono al que lo habían relegado las autoridades del deporte. Sobrevivía en un apartamento de un tercer piso cerca del Malecón con su esposa, y solo salía a la calle a buscar el pan.
"Se olvidaron de mí, con tantos años en el equipo nacional", expresó con dolor.
Lara padecía de hipertensión y diabetes y sufría secuelas de un infarto cerebral sufrido años atrás. Solo percibía 700 pesos que el gobierno le daba por una de sus medallas.
"La verdad es que no vienen a verlo. Fui a la dirección municipal de atención a atletas y se quedó en nada. Jamás han venido del INDER. Ni de la Comisión Nacional de Atletismo. ¡Eeeeeeh!, esos nunca", recalcó entonces su esposa Cary.
Nacido el 13 de julio de 1955 en La Habana, desarrolló su carrera como velocista entre 1975 y 1986, años en los que compitió en los 100 y 200 metros planos y en el relevo corto. En esta última modalidad ganó oro en la Copa del Mundo de 1979.
En los Juegos Olímpicos de Verano de 1980 en Moscú llegó a las finales de 100 y 200 metros y llegó en quinto y octavo lugar, respectivamente.
Su mejor resultado fue en los Juegos de la Amistad de 1984, año en que el gobierno cubano renunció a participar en las Olimpiadas de Los Ángeles, Estados Unidos. Esa decisión frustró las aspiraciones de atletas como Lara, que tras cuatro años preparándose con esfuerzo y disciplina no pudo cumplir el sueño de lograr una medalla olímpica, estando en la cima de su carrera.
"Ese año solo el americano Carl Lewis estuvo por delante de mí. Podría haber cogido una medalla en los Olímpicos de los Ángeles 84. No fuimos", lamentó en la entrevista.
Los Juegos de la Amistad fueron un evento deportivo internacional que organizaron la extinta Unión Soviética y otros países socialistas que no acudieron a la cita de Los Ángeles, como alternativa a las verdaderas Olimpiadas.
Al regresar a Cuba, Lara recibió de regalo un auto Lada, una especie de premio de consolación.
"El salitre acabó con el carro, prosigue. Nos mandaron a un taller por Carlos III. Nos pelotearon. No teníamos ni un medio. La gente quiere dinero. No lo vendimos, se desbarató", afirmó.
Tras dejar el deporte activo, empezó a trabajar como entrenador. Cumplió dos misiones en el extranjero, en 1995 en Perú, y en 2002, en Venezuela.
"Hay quien piensa que eso lo resuelve todo. No es así. De Venezuela pudo traer tres cajas. No un contenedor", aclaró su esposa en aquella ocasión.
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