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Régimen cubano frena en seco por temor a un estallido social que nadie descarta

La suspensión de la subida del precio del combustible y el cese del ministro de Economía Alejandro Gil son signos de cautela en una cúpula acostumbrada al ordeno y mando. Miembros de la sociedad civil no descartan que los que no tienen nada que perder se tiren de nuevo para la calle

Díaz-Canel, junto al destituido Alejandro Gil © Cubadebate
Díaz-Canel, junto al destituido Alejandro Gil Foto © Cubadebate

El 8 de enero de este año el ministro cubano de Finanzas y Precios, Vladimir Regueiro Ale, soltó la bomba al anunciar eufemísticamente "una actualización" de los precios del combustible, cuando en realidad se refería a la mayor subida que iban vivir las gasolineras de la Isla y los bolsillos de los choferes en la historia reciente del país. En principio, el incremento del 500% en el precio de la gasolina se empezaría a aplicar desde este 1ro de febrero, pero un supuesto ciberataque desde el exterior en la corporación Cimex, según la televisión estatal, impidió que la medida se pusiera en marcha, como estaba previsto. Casi quince días después sigue en 'stand by'.

Como efecto secundario del 'ciberataque', el 2 de febrero, Miguel Díaz-Canel anunció eufemísticamente que liberaba de sus responsabilidades al ministro de Economía, Alejandro Gil, hombre fuerte de su Ejecutivo, que permanecía en la cúpula desde 2018, un año antes de que Raúl Castro levantara el brazo de Díaz-Canel para anunciar al mundo que era el elegido.

Ambos cambios han sido interpretados como un stop en toda regla. El régimen frenó en seco porque nadie, ni siquiera el propio establishment, se atreve, en estos momentos, a descartar un nuevo estallido social como el del 11 de julio de 2021. El hambre, la escasez, los apagones y el fracaso de servicios públicos esenciales, como la sanidad, en una Isla con una población envejecida, convierte automáticamente en grandes perdedores a los que no tienen a nadie en el extranjero, las personas mayores que trabajaron toda su vida y hoy ven cómo la mitad de su pensión se va en 10 plátanos y una fruta bomba. Nadie descarta que se tiren de nuevo para la calle.

En julio del año pasado, el Instituto Elcano, un 'think tank' español que recibe subvenciones del Gobierno, definió a Cuba como "un régimen fallido y colapsado, con un Estado frágil e instituciones anómicas" en el que "sólo funcionan las instituciones con funciones represivas: el Ministerio del Interior (MININT) y el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (MINFAR)", además, señalaba que "el país es administrado por un gobierno controlado por una oligarquía mediante el súper holding Grupo de Administración Empresarial S.A (GAESA) y esto "ha aumentado la pobreza y disparado la emigración masiva a Estados Unidos (EEUU), creando el escenario de mayor vulnerabilidad del régimen cubano desde hace más de 63 años".

Para Ariel Ruiz Urquiola, ex preso político cubano, "Cuba es más que un Estado fallido, porque no sólo se trata de un moribundo y corrupto cuerpo político de una nación. La nación cubana sinónimo de la familia, ha sido destruida, porque para comenzar y muy a pesar de un origen étnico común, millones de cubanos hemos sido desplazados y aunque tenemos la misma "lengua", su uso se ha vuelto ininteligible entre las vulgaridades, la doble moral arraigada a los que vivieron y aún lo hacen bajo el castrocomunismo, el miedo y la falta de civismo. Un estallido social es tan probable dentro del archipiélago cárcel tanto como en la diáspora contra la institucionalidad diplomática y política, que es atroz en España, Francia, Italia y Suiza, sin contar su terrible expansión en EE.UU. y Canadá, y su reflejo opaco en sus análogos corruptos populistas e ignorantes literales de América latina. Con esto quiero resaltar que la responsabilidad de la libertad de Cuba nos compete a todos por igual. Buena parte de esos 65 años ha sido por los radicados errores de nuestras gestas independentistas como el caudillismo, el regionalismo pero sobre todo la falta de una entereza como nación y aún más lejos, como proyecto democrático donde el verdadero soberano sea su gente".

Su hermana, Omara Ruiz Urquiola, define la situación actual del país. "Cuba ha llegado al punto de la crisis sistémica, todos los sectores productivos, incluso la economía de servicios, están comprometidos. No se produce ni la mitad de lo necesario para el consumo interno y la exportación de servicios profesionales, díganse educativos, médicos, entre otros, implica la inestabilidad por deserciones y está sujeta, cada vez más, al escrutinio de instancias internacionales que en algún momento actuarán por el esquema de violación de derechos humanos sobre el que se sustentan. El recambio generacional solo aplica para la burocracia, no para las fuerzas productivas que sin incentivo ni perspectivas, emigran o yacen en la inacción. El capital simbólico de la entelequia Revolución cubana se agotó, y de una manera fea. La Revolución no supo envejecer".

A la pregunta de si cree que su encierro en San Isidro y el pulso que le echó junto a Maykel Osorbo y Luis Manuel Otero al régimen sirvió de algo, niega cualquier tipo de victoria que celebrar. "Algo de lo mucho que me ha aportado este tiempo horrible, forzada a estar fuera de mi país, ha sido el acceder a la visión del otro sobre lo que hicimos. Te hablo de la gente sensible y pensante, la alharaca no cuenta en mis registros. Había más gente mirando de lo que imaginé, sin pensar ni saber, fuimos desarrollando expresiones de disenso, siempre provocadas por la embestida represiva, y por útiles continúan siendo usadas".

"Sin embargo, sería ridículo decir que ganamos. Maykel y Luisma están en la cárcel, hay más de un millar de Denis Solís cumpliendo prisión política y millones de cubanos pasando hambre. Nunca cerraron las tiendas en MLC, jamás sabremos a cuántos se llevó el COVID-19 y ahora mismo hay miles de cubanos en Tapachula o atravesando la selva mientras florecen los hoteles de Meliá Hotel International y Josep Borrell, Antonio Guterres y el Vaticano avalan al criminal que echó a los uniformados contra el pueblo descalzo y hambreado. Cada semana asistimos a un nuevo capítulo de la saga burlesca de la Embajada de los Estados Unidos que ya no puede disimular el menosprecio por la causa de la libertad de Cuba y entre tambores y mypimes impone el 'people to people', que prioriza la Oficina de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado. La osadía nos ha desperdigado por el mundo a expensas de todo, desarraigados y en vilo por nuestras madres, en mi caso sobreviviendo gracias a la fe en el regreso. El tiempo dirá si sirvió o no. Nosotros no podíamos sacar cuentas".

La clara decadencia

En la misma línea, el abogado Yaxys Cires, director de Estrategias del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), considera que "en estos momentos estamos viviendo la clara decadencia de un sistema que no funciona por un cúmulo de cuestiones, en especial, porque no cree en la libertad humana, por las crisis estructurales y las acumuladas, y por la falta de voluntad política del régimen para hacer lo necesario. Hoy el 88% de la población vive en la extrema pobreza, golpeada por el deterioro creciente de todos los servicios públicos, la falta de comida y medicinas".

Además, lamenta que "la repuesta del régimen a esta situación tan grave no han sido medidas audaces, sino hacer recaer el sacrificio sobre los más pobres. No han sido cambios en favor de la libertad económica y los derechos humanos, tampoco políticas públicas efectivas, sino el aumento de los precios de los servicios esenciales".

Elena Larrinaga, de la Red Femenina de Cuba, también cree que en cualquier momento puede haber un estallido social en Cuba. "El gobierno está deslegitimado y ha demostrado su incapacidad manifiesta de poder o querer revertir la situación", dice.

Además, explica que el deterioro que vive el país "afecta a las infraestructuras públicas de escuelas y hospitales a las carreteras, el sistema eléctrico y el transporte-, algo que repercute, de manera, directa o indirecta, en el acceso a estos derechos, incluidos en la Constitución de 2019" y apunta un tema que ya el régimen no puede esconder: la emigración masiva.

"Cuba registra en dos años el mayor éxodo migratorio desde la revolución de 1959, con la pérdida de más de 500.000 personas. La tarea de ordenamiento y las medidas de los últimos tiempos han venido a empeorar drásticamente la situación".

Al respecto, el abogado Willy Allen, experto en inmigración, destaca que la crisis migratoria que existe ahora en Cuba, no se vivió ni siquiera durante el período especial. "Desde marzo de 2017 a mayo de 2023 más de 800.000 cubanos entraron por frontera. No sólo es un porcentaje importante de la población cubana, sino también es la población más productiva, profesionales, personas que habían comenzado negocios, médicos, abogados e ingenieros. Si tú le sumas el número de personas que han entrado por visas familias, estamos hablando de casi un millón de cubanos en un período relativamente corto de tiempo".

También recuerda que en el año fiscal 2022-2023 entraron en Estados Unidos 150.000 cubanos de forma ilegal por la frontera de México y otros 140.000 entraron legalmente. Cuando tú sumas esos dos, son 300.000 personas en un año fiscal. Es más que cualquier otra nacionalidad del mundo entero".

Paralelamente, destaca que en esos años ha caído la llegada de remesas a la Isla y en su opinión, "los Estados Unidos no van a permitir otro Mariel" y "eso puede llevar a que existe una explosión interna como la que pasó el 11 de julio, pero más masiva todavía y con más repercusiones en la sociedad cubana".

"Las personas más pobres, con menos familias fuera de Cuba; los más necesitados, quién sabe lo que van a hacer cuando se vean con menos oportunidades disponibles", añadió Allen.

También Javier Larrondo, de Prisoners Defenders, cree que "está cerca un estallido social en Cuba. ¿Por qué? Sin duda las condiciones son sobradas para que haya un estallido social: represión indiscriminada de derechos, miseria por las restricciones ejecutada por el régimen a la producción interna, y desesperanza entre el pueblo a que cambie cualquiera de ellas".

Él está convencido de que la retirada de la subida del combustible y el cese del ministro Alejandro Gil se debe "al pavor del régimen a un estallido social y a un lavado de imagen interno ante los críticos de dichas medidas en niveles altos del funcionariado".

Larrondo considera que las protestas y la huelga de San Isidro sí han sido importantes. "En el proceso democrático en Cuba no sólo han servido, sino que han sido clave desde hace dos décadas el Proyecto Varela, los años de movilización de UNPACU, el proceso penal de José Daniel Ferrer en 2019, el Movimiento artístico liderado por Movimiento San Isidro y continuado con la canción Patria y Vida y el 11J".

A la pregunta de qué se puede hacer desde fuera de Cuba, contesta que "ayudar a las personas con necesidad para que su entrada a Cuba sea legal y lo más protegida y correcta posible y, en el lado opuesto, proteger activamente a que en Estados Unidos no puedan entrar los represores, por varios motivos: a) pueden penetrar el exilio o distorsionarlo; b) causan problemas de seguridad en Estados Unidos y c) pueden provocar el rechazo a una inmigración legal y necesaria que sí requiere del apoyo de los países desarrollados".

¿Y qué viene ahora? Lo tiene claro. "Hay que seguir trabajando por la democracia en Cuba, con tolerancia, con amplitud de miras y respetando a todos aquellos que realizan ese trabajo sean de la ideología que sean, para que la fuerza de la unidad en los valores prodemocráticos de la disidencia social sea el activo que provoque el cambio".

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Tania Costa

(La Habana, 1973) vive en España. Ha dirigido el periódico español El Faro de Melilla y FaroTV Melilla. Fue jefa de la edición murciana de 20 minutos y asesora de Comunicación de la Vicepresidencia del Gobierno de Murcia (España)


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