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Poema de un cubano al éxodo migratorio: “Mi gente se ha ido en estampida”

"Yo he aprendido a caminar junto a la tristeza dócil que ha causado la ausencia. La tristeza dócil no te mata, pero te acompaña todo el rato con un paso aplastante.

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En medio del éxodo migratorio que ha sacudido a Cuba en los últimos tiempos, el dramaturgo Iran Capote publicó un poema donde describe "la tristeza dócil que ha causado la ausencia" de seres queridos.

La publicación, en el perfil de Facebook de Capote, afirma que "Mi gente se ha ido en estampida. Entre el parol y los volcanes".

Lamenta que quienes parten cambian irremediablemente una vez cruzan las fronteras de la isla, empujados por las nuevas circunstancias. "No los juzgo, porque para juzgarlos debería estar antes en sus pellejos, debería probar las mismas circunstancias que los transforman, debería estar en sus miedos, en los primeros impactos del “american dream” sobre sus estómagos y sus ilusiones", dice.

Publicación en Facebook

También habla de la soledad que dejan en la isla, donde se aprende a caminar con una "tristeza dócil" por las ausencias:

"Yo he aprendido a caminar junto a la tristeza dócil que ha causado la ausencia. La tristeza dócil no te mata, pero te acompaña todo el rato con un paso aplastante, con un aliento de muerte. Es el luto. El luto por los que se fueron y que regresarán algún día siendo otros", señala.

En los últimos dos años han huido de la isla más de medio millón de cubanos, en el contexto de la peor crisis migratoria que ha atravesado el país, de 11 millones de habitantes.

"Mi gente se ha ido en estampida. Entre el parol y los volcanes.
Se han ido. No están. Y es culpa del hambre, sí. Es culpa del hambre del estómago y del hambre de las ilusiones.
Mi gente se ha ido. Y yo tengo esa sensación de despedirlos para siempre en las fronteras. Y digo para siempre, porque luego no son los mismos.
Cambian. Evolucionan. Retroceden. No sé bien cómo decirlo.
La gente no es la misma una vez que salta el borde de la isla.
Y no los juzgo, porque para juzgarlos debería estar antes en sus pellejos, debería probar las mismas circunstancias que los transforman, debería estar en sus miedos, en los primeros impactos del “american dream” sobre sus estómagos y sus ilusiones.
Yo he aprendido a caminar junto a la tristeza dócil que ha causado la ausencia.
La tristeza dócil no te mata, pero te acompaña todo el rato con un paso aplastante, con un aliento de muerte. Es el luto.
El luto por los que se fueron y que regresarán algún día siendo otros.
Nunca los mismos."

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