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Fecha: julio de 2007; lugar: complejo polideportivo de Río de Janeiro. Combate final en la división de más de 100 kilos del torneo de judo continental. En el tatami rivalizaban el favorito de la ensordecedora afición, el local Joao Gabriel Schlittler y el cubano Oscar Brayson.
Tras 10 minutos sin puntos técnicos ni penalizaciones, el árbitro lo señala como ganador (hantei). Aquel rostro de alegría sin límite fue trasmitido al mundo, yo lo puse en mi documental pero ¿tú qué experimentaste en ese momento?
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Imagínate que el rival era brasileño, aquella multitud lo aclamaba, no pude marcarle; antes de escuchar el veredicto veo saltar y gritar a mis compañeros de equipo Oreydis Despaigne, Ronald Girones, Oscar Cárdenas, entre los varones más las muchachitas del equipo. Me gritan ¡ganaste! Y aquello que sentí es inenarrable. Han pasado los años y sigo viviendo aquel gran momento.
Era la primera medalla de oro del judo en los Panamericanos de Río. Eso fue espectacular, no lo creía; ese momento marca un hito en mi carrera.
¿Dónde estás en estos momentos, qué haces?
Estoy en Honduras en un contrato de trabajo por mi cuenta, levantando el nivel del judo en este país centroamericano. Con anterioridad estuve en San Salvador formando parte del entrenamiento del judo de ese país rumbo a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de esa nación; trabajé con el medallista de bronce de los 100 kilos, Diego Turcio además de lograr dos boletos para los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile: Jairo Moreno (60 kilos) y Gustavo López (81 k).
De tal palo tal astilla podríamos decir si tenemos en cuenta que eres hijo de judocas.
Pues sí, mis padres María Victoria Vidal y Oscar Brayson fueron judocas del equipo nacional en la década de los 80 y a ellos lo debo todo. Siempre me gustó el deporte. Practiqué baloncesto y lucha en la EIDE. En las edades 15-16 pasé al judo. Recuerdo en esas primeras edades a los profesores Tejeda, Osvaldo, Jiménez, el Jabao García, Emilio en esas tres disciplinas; específicamente, Tovar y Agüero me guiaron por el judo escolar.
¿Cómo llegas al equipo nacional?
El profe García les habla a mis padres, judocas ambos como ya te he dicho, porque estaban captando muchachos grandes, de pesos máximos. Mi papá decide llevarme al Torneo Internacional “José Ramón Rodríguez” que tenía lugar en Sancti Spíritus. Allí me vé el profesor Justo Noda, quien quedó impresionado por mi tamaño, el mismo que tenía ahora.
¿Qué edad tenías en ese momento?
15 años
¿Y qué pasó?
Noda le dijo al profe Lázaro: “mira esto”. Me vieron competir, gané bronce y me llevaron para el equipo nacional.
Pero lo menos que habías aprendido tú en tus primeras etapas fue el judo.
Así mismo. Yo vine a aprender de judo en la selección nacional; doble trabajo pues a la par que aprendía tenía que demostrar que no me habían llevado por gusto. Tuve que ponerme a la altura de las circunstancias.
¿Qué recuerdas de aquellos comienzos?
Fundamentalmente recuerdo a las muchachitas; ahí estaba la calidad: Amarlys, Legna, Driulis, Sibelis, Revé, Estelita, Dayma, Luna ¡tremendo equipo! Entre los varones, Manolo Poulot, Yosvany Despaigne, Frank Moreno, Ismael Borboña, Yordanis Arencibia… ellos me inspiraban a seguir adelante.
Oye, el profesor Ronaldo Veitía a veces se me acercaba, me aconsejaba; atesoro muy gratos recuerdos de él, el más grande, el que puso al judo (f) cubano en la cima del mundo. Y por supuesto, Justo Noda a quien le agradezco siempre que se hubiese fijado en mí.
Recuerdo los consejos de Juan Ferrer Lahera, Isaac Azcuy, José Ibáñez. Manolo de atleta a entrenador, coloboró mucho en mi formación. Y por supuesto los profesores Noda, Alderete, Senén Ramos que siempre estaban atentos a cualquier detalle de mi preparación.
Yo admiraba al luchador Alexis Rodríguez; yo fui luchador y me encantaba verlo sobre el colchón por su tremenda agilidad. Yo quería en el tatami ser como él.
¿Principales competencias que recuerdes?
Aunque ya hablamos de Río tengo que empezar por ahí pues yo no tenía pronóstico de oro y cuando me ví en la final, los cielos se me abrieron. Fue un combate duro, técnico y al final me dieron la decisión a mí. Bailé en casa del trompo; el primer oro del judo (m) Fue uno de los días más felices de mi vida. Y realmente yo pensé que había perdido cuando ví al árbitro central levantar bandera blanca, pero los de las esquinas levantaron la azul, que era yo.
A los Panamericanos de Guadalajara 2011 fue lesionado, con el tobillo hinchado, mucho dolor. No se contaba conmigo pero yo tenía que salir a defender mi título.
Caminé un difícil sorteo y llegué a la final con otro brasileño, Rafael Carlos da Silva y volví a imponerme ¡no puedes imaginar mi alegría!
Entre uno y otro Panamericano, los Juegos Olímpicos de Beijing te traen buenos recuerdos también.
Subir a un podio olímpico, en un país donde el judo gusta mucho ¿qué decirte? Pero ¿sabes? Hubiese podido ganar el oro lo que equivoqué la táctica.
Yo en ese 2008 le había ganado a grandes atletas, campeones y medallistas mundiales, olímpicos y podía haber ganado ¡era mi año! Llegué a la semifinal con el uzbeko Addullo Tangrieg, un tipo flemático; yo le estaba ganando por yuco y koka, que cuando aquello existían, y desde la esquina el profesor Noda me grita que me aleje. No hice caso, le fui para arriba y él me inmovilizó faltando 20 segundos de combate. La final contra el japonés me hubiera sido más fácil.
Y en el Mundial de Rotterdam 2009, cuando rozaste el cetro ¿qué pasó?
Allí perdí con un gran rival, el francés Teddy Riner por diferencia de un shido. Fue un buen combate. Yo le he ganado a él, algo que han hecho muy pocos en los tatamis del planeta.
¿Qué esperas del deporte cubano en París?
No te puedo hablar de medallas aunque los cubanos nos imponemos a las mayores dificultades; ahí tienes a Mijaín y su quinta medalla de oro olímpica. Siempre habrá otros que puedan sobresalir. En el caso del judo están Andy Granda, Iván Silva y Odalys Ortiz, una histórica que marca un hito en su paso por la senda olímpica. Yo les deseo todo el éxito del mundo a todos los deportistas cubanos que intervendrán en París 2024.
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