Loidel Rodríguez Peralta, receptor cubano y una de las jóvenes promesas del béisbol, se encuentra en un limbo migratorio en Estados Unidos tras desertar de la selección nacional durante la Copa Mundial Sub-23 en México, en octubre de 2021.
Rodríguez, junto a otros 11 compañeros, abandonó el equipo en busca de mejores oportunidades, pero su sueño de una carrera profesional en el béisbol se ha visto truncado por las dificultades legales que enfrenta en su nuevo país, al ser un inmigrante con un caso I-220A.
A pesar de llevar casi tres años en Estados Unidos, Rodríguez no ha podido regularizar su estatus migratorio. Tras pedir asilo político, fue admitido en el país bajo la figura del I-220A, una medida que le permite permanecer en suelo estadounidense, pero que no le concede ningún estatus legal definitivo.
Esta situación le ha impedido acceder a un equipo profesional, a pesar de continuar entrenando con la esperanza de reanudar su carrera deportiva.
"Yo no quiero entrar a Cuba, pero quisiera ir a Punta Cana para ver a mi familia allí. No tengo acceso a mi familia. Quiero estar legal en EE.UU. . No quiero vivir con miedo", declaró a Telemundo51.
El régimen cubano definió a este joven talento del béisbol como un "desertor" y lo ha desterrado de Cuba por ocho años.
Actualmente, Rodríguez vive en Tampa y trabaja como fontanero en una compañía estadounidense. Su proceso para conseguir el asilo se ha visto retardado debido a que al cruzar la frontera no se le realizó la prueba de miedo creíble, un paso crucial en su solicitud.
La abogada Rosaly Chaviano, explicó que los cubanos bajo el estatus de I-220A deben esperar su fecha de corte para pelear por su asilo. Sin embargo, existe la posibilidad de solicitar un parole humanitario, lo que les permitiría adquirir la residencia bajo la Ley de Ajuste Cubano.
Además, recordó que si se toma una decisión favorable en una Corte Federal que actualmente está revisando estos casos, se supone que todas las personas con I-220A podrían solicitar la residencia bajo la mencionada ley.
Rodríguez, al igual que muchos otros cubanos en su situación, enfrenta un futuro incierto mientras espera una resolución legal que le permita vivir sin miedo y retomar su sueño de jugar béisbol profesional en Estados Unidos.
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