Un niño cubano, de unos 10 años, se gana la vida vendiendo aguacates en Santiago de Cuba para ayudar a su familia a sobrevivir.
El periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada, sacó a la luz un caso que conmueve a los santiagueros. El pequeño cursa la enseñanza primaria y fue visto vendiendo aguacates en la calle Santa Rita, entre Barracones y el Callejón Santiago, en pleno centro de la ciudad.
El menor ofrecía los aguacates a 40 pesos moneda nacional, una imagen que refleja la dura situación que enfrentan muchas familias cubanas.
Un seguidor de Mayeta capturó el momento en unas fotos y decidió ayudar al niño comprándole simbólicamente cinco aguacates.
“Yo no le iba a comprar nada porque tengo aguacates, pero le di el dinero de cinco, porque verlo me partió el corazón”, confesó el joven que hizo el gesto solidario.
La escena ha conmocionado a quienes conocen la realidad económica de Cuba, donde cada vez más niños, en lugar de estar en sus escuelas o disfrutando de su niñez, se ven forzados a salir a las calles para colaborar con la economía familiar.
Muchos de estos menores, a veces sin el conocimiento o el consentimiento de sus padres, buscan maneras de contribuir a casa, cargando carretillas o vendiendo productos bajo el sol.
Yosmany Mayeta pidió en su mensaje que no se culpe a los padres por esta situación con los menores, porque cada caso tiene características diferentes y están marcados por historias familiares complejas. En su criterio, el aumento de la pobreza extrema por las erradas políticas del gobierno, es la raíz de este problema social.
Los altos precios de productos básicos como los alimentos, artículos de aseo o la ropa y los zapatos, han dejado a muchas familias en una encrucijada, donde incluso con sacrificio no logran proveer a sus hijos lo necesario.
Finalmente, el periodista hizo un llamado a las organizaciones no gubernamentales (ONG) presentes en Cuba, para encontrar soluciones que eviten que los niños abandonen sus estudios para trabajar.
“Jamás pediré dinero para ayudar a un niño, pero insto a las ONG a actuar. Necesitamos detener el trabajo infantil en Cuba”, concluyó.
Este caso recuerda otra denuncia de trabajo infantil en Cuba publicada recientemente. Se trata de un niño en Camagüey que se vio obligado a vender tamales para ayudar a su familia, porque su mamá se fue del país y su papá pronto lo hará también. Solo cuida de él una abuela.
El aumento del trabajo infantil en Cuba es un problema alarmante que continúa agravándose. Las promesas de erradicar este flagelo, hechas por el gobierno hace décadas, parecen haberse esfumado, mientras la realidad del país obliga a muchos menores de edad a buscar maneras de sobrevivir.
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