La provincia de Ciego de Ávila enfrenta un panorama energético cada vez más complejo, agravado por la falta de transformadores y la pérdida de más de 13,700 litros de aceite dieléctrico en hechos delictivos registrados en varios municipios.
El robo de aceite dieléctrico, utilizado en los transformadores para el aislamiento y enfriamiento de componentes, ha generado graves repercusiones en la capacidad de la provincia para enfrentar el alza de apagones, ya impactada por el déficit de combustible en el país y las continuas averías en las termoeléctricas.
El director general de la Empresa Eléctrica de Ciego de Ávila, Daniel Pérez García, informó en una conferencia de prensa que hasta septiembre se habían reportado 32 robos de aceite en seis municipios.
Este tipo de delitos no solo afecta la infraestructura eléctrica, sino que también eleva los riesgos de accidentes y potencia otras actividades ilegales.
El aceite dieléctrico sustraído tiene diversas aplicaciones fuera de su uso habitual en transformadores, incluyendo su reciclaje para ser utilizado como combustible en hornos industriales, lubricante en maquinaria o líquido hidráulico, lo que explica el interés de los delincuentes en robarlo.
A esta problemática se suma la escasez crónica de transformadores en la provincia, lo que ha obligado a la Empresa Eléctrica a recurrir a soluciones drásticas como reemplazar los transformadores dañados que dan servicio a la población, por los de entidades estatales, afectando la producción y economía de las instituciones.
El déficit de alumbrado público es otra preocupación latente en Ciego de Ávila. Las quejas por la falta de iluminación son constantes y el gobierno asegura que no tienen solución inmediata.
La Empresa Eléctrica dice que busca opciones sostenibles, como la instalación de parques solares fotovoltaicos. Están impulsando un proyecto en la localidad de Grego, que debe aportar 21.8 megawatts al sistema eléctrico provincial, pero el montaje depende de la colaboración extranjera.
La situación en Ciego de Ávila es preocupante, y aunque las soluciones de fondo podrían tardar en llegar, el impacto en la vida cotidiana de los avileños ya es evidente.
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