Vídeos relacionados:
Los recientes terremotos en la región oriental de Cuba han dejado al descubierto una realidad alarmante: la alta vulnerabilidad de muchas edificaciones en el país frente a eventos sísmicos de moderada o gran magnitud.
Esta situación, que afecta no solo a Granma sino también a otras provincias expuestas a movimientos telúricos, revela la necesidad urgente de mejorar la calidad y seguridad en las construcciones, evitando prácticas que comprometen la resistencia estructural.
Lo más leído hoy:
Eberto Hernández Suros, ingeniero geólogo y coordinador del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (CENAIS) en la provincia de Granma, destacó que las deficiencias en la calidad de muchas edificaciones son, en gran medida, consecuencia de violaciones al código sísmico vigente en Cuba desde 2017.
Este reglamento establece las características sismorresistentes que deben cumplir todas las construcciones en el territorio nacional, pero su incumplimiento ha dejado muchas estructuras vulnerables ante los sismos.
Según el experto, además del código sísmico, cada obra también debe realizarse considerando parámetros vinculados con la calidad, el empleo de materiales adecuados y el cumplimiento de las normas constructivas, reportó el periódico oficialista Granma.
“Lamentablemente, muchas veces estas cosas se violan. Y sabemos que eso compite con necesidades materiales, urgencias de las personas para construir sus viviendas y hasta fechas de culminación de determinadas obras; pero al final el resultado es una edificación vulnerable a este tipo de evento sismológico”, advirtió el científico.
La situación se agrava cuando a algunas obras, inicialmente bien construidas, se les añaden adaptaciones estructurales que terminan debilitando la resistencia a los sismos.
Estas modificaciones, hechas sin considerar los parámetros sismorresistentes, dejan las edificaciones expuestas y ponen en riesgo a las personas, apuntó el especialista.
En territorios como Granma, el problema de la vulnerabilidad estructural es particularmente evidente en las construcciones por esfuerzo propio, donde, debido a la escasez de recursos, se emplean materiales de baja calidad y prácticas constructivas que no siempre cumplen con los estándares de seguridad.
“Se construye con lo que se tiene y con lo que se puede, pero pocas veces como se debe”, comentó Hernández, y añadió que la fabricación de elementos de construcción sin la debida certificación de calidad aumenta aún más el riesgo sísmico en estas zonas.
Según el experto, en el territorio de Granma, entre las construcciones vulnerables destacan aquellas viviendas envejecidas, con muchos años de explotación y sin el mantenimiento adecuado, lo que las hace extremadamente frágiles frente a un sismo.
Además, “figuran construcciones a las que durante su edificación no se les verificó la calidad de la obra”. Según el ingeniero Hernández también hay ejemplo de uso de sistemas constructivos inapropiados para zonas sísmicas que “expresaban niveles de vulnerabilidad bastante altos”, incrementando el riesgo para sus ocupantes.
Hernández también abrió el debate a un tema polémico, y es la adecuada certificación de los materiales que fabrican los llamados “nuevos actores económicos”, porque “no siempre tienen certificada la calidad de sus productos, lo que eleva los niveles de vulnerabilidad sísmica”.
“La producción local de materiales es una necesidad. No es un capricho de nadie. Nuestro reclamo es que todo lo que se haga tiene que ser seguro, para tratar de evitar daños mayores ante un evento sísmico. Por eso, es importante que se certifiquen las producciones, que se controle la calidad de las construcciones y se trabaje de una forma integrada entre todos los organismos que intervienen en este proceso”, dijo finalmente el sismólogo.
Las declaraciones del experto son especialmente pertinentes en el contexto de la actual actividad sísmica en la región oriental, donde, hasta este jueves, se han registrado un total de 2,665 réplicas tras los terremotos del domingo al sureste de Pilón, en la provincia de Granma.
“En total se han registrado 2665 réplicas después de los terremotos de 6.0 y 6.7, ocurridos el día 10 de noviembre, de estos probablemente 90 perceptibles”, indicó el boletín publicado por el CENAIS en su sitio web.
Las principales afectaciones ocasionadas por esta actividad sísmica se concentran en la provincia de Granma, donde al menos 3,518 viviendas han presentado algún tipo de afectación.
Luis Roja Yero, subdirector técnico de la Dirección Provincial de Vivienda en Granma, informó al periódico La Demajagua que se han contabilizado 513 derrumbes parciales, de los cuales 54 corresponden a desprendimientos totales, 38 a caídas completas de techo y 313 a desplomes parciales de cubiertas.
Indicó que el municipio de Pilón presenta el mayor número de viviendas afectadas, con un total de 830, seguido por Campechuela con 759, Bartolomé Masó con 663, Buey Arriba con 445, Media Luna con 337 y Manzanillo con 248 casas dañadas. En los demás territorios, el número de afectaciones es menor.
“De acuerdo con arquitectos y especialistas, se realizan estudios en las zonas costeras para dictaminar la factibilidad de los suelos en la construcción de viviendas y el grado de peligrosidad de las mismas cuando ocurren fenómenos como los del pasado 10 de noviembre”, señaló el portal de noticias.
Uno de los inmuebles estatales gravemente afectados fue la escuela secundaria básica Juan Vitalio Acuña, en el municipio de Pilón, Granma, que se vio obligada a cerrar sus puertas tras los serios daños ocasionados por los fuertes sismos que sacudieron la localidad el domingo último por la mañana.
Archivado en: