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Los segundos que sacudieron Pilón, en la provincia de Granma, el pasado 10 de noviembre, marcaron para siempre la vida de Yaniseli Ramírez Tejeda, una joven madre de 25 años.
“Fue un estruendo grande”, relató Ramírez al periódico oficialista La Demajagua, al recordar cómo el suelo comenzó a sacudirse mientras cocinaba en el patio junto a su niño de dos años.
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Esta madre, sin pensarlo, salió corriendo con el niño hacia afuera, donde estaba su esposo con el bebé de 10 meses.
En ese momento, su vecina, en medio del pánico, le lanzó a su otra hija por la cerca para salvarla.
Tras el primer temblor, Ramírez entró a cambiarle la ropa a su pequeña, pero el segundo sismo la sorprendió antes de que pudiera salir.
El techo y las paredes interiores se desplomaron sobre ella, golpeándole el brazo derecho y la cadera.
Su hija Samira, de cuatro años, se abrazó a sus pies instintivamente, librándose del impacto, relató a La Demajagua.
Diez personas heridas y al menos 3,752 edificaciones dañadas son las principales afectaciones dejadas por los sismos de 6 y 6.7 grados que sacudieron el sureste de Cuba.
Los rumores de que un tsunami podría azotar la zona desataron el pánico entre los vecinos, que corrieron desesperados hacia la loma más cercana.
Ramírez recuerda cómo su esposo corrió con los niños en brazos, dejando atrás los escombros y el miedo, buscando refugio.
“Y mi esposo, ese corrió más que Juan Torena con los muchachos en guinda, loma arriba”, contó.
El barrio El Bon quedó en ruinas, con casas, edificios, escuelas y el muelle completamente destruidos.
“Ahora estamos pendientes de cada réplica y no podemos correr el riesgo por nuestros niños. Cuando las sienten, la niña llora, dice que tiene miedo”, apuntó la joven madre.
Cuando termine su licencia de maternidad, Ramírez volverá a su trabajo como ayudante de lavandería en el Hospital Félix Lugones, en el municipio más al sur de Granma, porque, como afirma con optimismo: “Por mis hijos, por la familia, hay que empezar de nuevo”.
Sin embargo, la población del oriente de Cuba, en especial de Granma, no deja de sentir miedo, con miles de réplicas posteriores al sismo de 6.7 registrado el pasado 10 de noviembre.
Este martes, el registro de un sismo de magnitud 4.2, perceptible en varios municipios de las provincias de Granma y Santiago de Cuba, volvió a provocar pánico.
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