Cuba continúa enfrentando una severa crisis energética, con apagones generalizados en todo el país. Este lunes, el parte oficial de la Unión Eléctrica (UNE) confirmó que durante la jornada del domingo se registró una afectación máxima de 1,808 MW a las 8:40 p.m., coincidiendo con el horario de mayor demanda.
Esta cifra superó en 193 MW el pronóstico de 1,615 MW anunciado en la víspera, y constituye uno de los picos más altos reportados en los últimos meses.
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Se trata de una cifra de récord, alcanzada en contadas ocasiones y que, según antecedentes, precede generalmente escenarios de colapso total del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), como ya ocurrió en octubre de 2024.
El nivel de afectación refleja la profunda fragilidad de la infraestructura eléctrica del país, golpeada por averías, mantenimientos postergados y una creciente escasez de combustible y lubricantes.
Este lunes, la situación sigue siendo crítica: a las 7:00 a.m., la disponibilidad del SEN era de 1,710 MW frente a una demanda de 2,800 MW, con un déficit de 1,149 MW.
Para el mediodía se estima una afectación de 1,250 MW, mientras que para el horario pico de la noche, el pronóstico apunta a un déficit de 1,636 MW, con cortes que podrían llegar a 1,706 MW, muy cerca del máximo histórico registrado el día anterior, y que podrían ser mayores en vista de la tendencia de la UNE a quedar por debajo en sus pronósticos.
La respuesta del régimen cubano a esta crisis ha sido acelerar la construcción de parques solares fotovoltaicos, como parte de una estrategia para diversificar la matriz energética. En los últimos días se anunció la entrada en funcionamiento de ocho nuevos parques, que el domingo aportaron 982 MWh al sistema.
Sin embargo, expertos del sector consideran que esta estrategia no es suficiente ni adecuada para resolver la crisis estructural del SEN.
La generación solar, aunque necesaria como complemento, es intermitente, dependiente del clima y no permite cubrir la demanda nocturna, precisamente cuando se registran los picos de consumo más críticos. Además, su conexión a una red envejecida y mal mantenida, limita su eficiencia real.
Mientras tanto, la población sigue enfrentando cortes eléctricos prolongados, sin horarios definidos y con creciente malestar social. Las redes sociales se han convertido en un espacio de denuncia constante, donde se cuestiona la veracidad de los partes oficiales y se exige una solución efectiva a una crisis que no muestra señales de mejora.
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