En torno a las 10 de la noche (hora local) está previsto que el papa Francisco y el patriarca ruso, Kiril, firmen una declaración conjunta durante su encuentro en el aeropuerto internacional de La Habana.
El encuentro de hoy será el primero que se produce entre los jefes de ambas iglesias cristianas (católica y ortodoxa) desde el Gran Cisma de 1054.
Católicos y ortodoxos comparten la creencia en un mismo Dios y en el mismo evangelio, pero comenzaron a alejarse en el siglo IV, en el año 330 d.C, cuando el emperador Constantino decidió trasladar la capital del Imperio de Roma a Constantinopla.
Tras siglos de distanciamiento, el Concilio Vaticano II (1964), convocado por Juan XXIII, hablaba ya de "hermanos separados".
Ambas Iglesias se separaron, entre otras razones, por cuestiones como el Filioque, ―la idea de que el Espíritu Santo no sólo procede del Padre, sino también del Hijo―, la jurisdicción universal del papa entre todos los cristianos, o la validez de algunos sacramentos.
En los últimos siglos, las relaciones entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa rusa han sido distantes y, en ocasiones, hasta tensas.
De ahí la importancia de la cita de hoy en La Habana, pues servirá para mostrar la flexibilidad de ambos líderes religiosos.
El encuentro de este 12 de febrero se contempla, además, como el preámbulo de una futura visita del Papa a Moscú, que es la asignatura pendiente de los obispos de Roma. Los católicos en Rusia son unos 600.000.
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