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El periodista y bloguero cubano Camilo Venegas Yero (más conocido como el Fogonero) y la economista Diana Sarlabous (su esposa), han enviado al biólogo cubano Ariel Ruiz Urquiola -recientemente liberado con una licencia extrapenal- una Carta Abierta en la que, tras celebrar su libertad y su amor por la naturaleza, lo invitan a que vaya a visitarlos en cuanto tenga salud y pueda hacerlo.
Originario de Paradero de Camarones (Cienfuegos), el Fogonero asegura que, aunque no se conocen, los une Cuba, su condición de campesinos y el amor que le tienen a la tierra.
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Tras identificarse con la causa de Ariel Ruiz Urquiola, el Fogonero ha cursado una invitación, en nombre suyo y de su esposa, para que Ariel los visite en la pequeña cabaña en la que viven en la Cordillera Central de República Dominicana.
"Aquí, cultivándonos, hemos tratado de ir recuperando las cosas esenciales que tuvimos que abandonar al irnos", destaca.
Y añade: "Todas las esperanzas que habíamos perdido en Cuba, Ariel, tú nos las has devuelto con tu firmeza. Para agradecerte eso, quisiéramos que, cuando estés en condiciones de viajar, aceptes nuestra invitación".
Residente desde el año 2000 en Dominicana, Camilo Venegas es gradudado de dirección teatral en la Escuela Nacional de Arte (ENA), aunque su vida profesional lo inclinó hacia el terreno periodístico.
En Cuba trabajó en Ediciones Vigía, El Caimán Barbudo y La Gaceta de Cuba, y fue director del Fondo Editorial Casa de las Américas. Actualmente es bloguero y socio fundador de Ediciones El Fogonero.
A continuación transcribimos, íntegramente, la carta que el Fogonero y Diana Sarlabous han enviado al biólogo Ariel Ruiz.
Ariel:
No nos conocemos, pero Cuba, nuestra condición de campesinos y el amor que le tenemos a la tierra nos unen. Estamos felices de que la dictadura, acorralada por tu inocencia, tu valentía y la movilización de tantos cubanos libres, se viera obligada a darte una "licencia extrapenal".
Hemos leído tu mensaje una y otra vez. Nos emocionamos cuando vimos la foto donde apareces junto a tu hermana, de regreso a casa. Ya no estás encerrado en una celda, pero estamos conscientes de que la isla entera es una prisión. Nunca estarás verdaderamente libre.
Aunque no corremos, ni remotamente, ninguno de los riesgos a los que tú estás expuesto, compartimos contigo cada una de las causas y las razones que te llevaron, primero al monte y después a la cárcel. También estamos dispuestos a acompañarte en tu lucha por “los derechos de la naturaleza”.
Te escribimos esta carta con la intención de hacerte una invitación. En una loma de la Cordillera Central dominicana, a la que le hemos puesto el nombre de H. D. Thoreau, tenemos una pequeña cabaña que ya es tu casa. Aquí, cultivándonos, hemos tratado de ir recuperando las cosas esenciales que tuvimos que abandonar al irnos.
Todas las esperanzas que habíamos perdido en Cuba, Ariel, tú nos las has devuelto con tu firmeza. Para agradecerte eso, quisiéramos que, cuando estés en condiciones de viajar, aceptes nuestra invitación a conocer el Cibao, el entorno único donde están las cumbres más altas del Caribe y a los amigos que tenemos aquí.
No lejos de nosotros, tal como lo describió Martí, “corre ancho y claro el Yaque”. Nos encantaría ir enseñándote las páginas de su Diario en estos paisajes y, juntos, identificar todo lo que tienen en común tu montaña con la nuestra.
Un fuerte abrazo,
Diana y Camilo
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