Si partimos del hecho de que ya en 1894 en Cuba se obtenía más de un millón de toneladas de azúcar -¡lo mismo que alcanza la zafra hoy!-, entenderemos la gravedad del asunto. ¿Se acabó el azúcar en la isla o, como muchos plantean, el retroceso de la producción azucarera se debe a la extrema centralización de la que ha sido víctima?
En un análisis reciente de la zafra 2017-2018, Julio García Pérez, presidente del Grupo Empresarial Azucarero (AZCUBA), reconoció el incumplimiento del plan.
El directivo achacó el nuevo fiasco a afectaciones climatológicas que se dieron antes y durante la zafra, la baja productividad de los equipos de cosecha y transporte, y las deficiencias organizativas y de dirección.
Según demostró la inspección integral que realizó en junio pasado la Contraloría General a AZCUBA, en la zafra, además del clima, incidieron negativamente el alto tiempo industrial perdido, las roturas operacionales, el déficit de fuerza de trabajo calificada por una gran fluctuación laboral y las dificultades de transportación.
A tenor con la contralora general Gladys Bejerano Portela, AZCUBA deberá presentar un Plan de Medidas Organizativas y de Aseguramiento "con el fin de atender, solucionar o aminorar las deficiencias señaladas".
"¿Hasta cuándo seguiremos con los incumplimientos en la zafra azucarera? Antes la culpa la tenía la sequía, ahora la tiene la lluvia. El clima realmente está cambiando, pero tenemos que trabajar bajo las condiciones que impone. Lo que no está bien es culparlo por ineficiencias y falta de control", asegura Miguel, de 58 años.
Antes la culpa la tenía la sequía, ahora la tiene la lluvia. El clima realmente está cambiando, pero tenemos que trabajar bajo las condiciones que impone
Este ingeniero recuerda cómo "en la zafra que se dio después del Ciclón del 26 se produjeron más de cuatro millones de toneladas de azúcar y en la de 1933–1934, unos dos millones.
"Mientras, del 57 al 60 se alcanzaron más de cinco millones de toneladas de azúcar y en 1961, casi siete millones. Incluso en 1963–1964, después del huracán Flora, fue de unos cuatro millones. Todas se hicieron sin combinadas, alzadoras o muchos camiones, sino con carretas, machetes y manos.
"Sin planificación nunca repetiremos una zafra así y tendremos que seguir importando azúcar. No solo la necesitamos por sus subproductos, sino por su aporte como fuente de energía", destaca el habanero.
Tal como indica Omar, quien se crió cerca de un central azucarero, "habría que tener en cuenta la razón por la que emigran los jóvenes hacia otras actividades que le aportan mayores ingresos salariares o hacia otros países donde muchas veces no encuentran empleo ejerciendo su profesión, pero sí ingresos que les permiten vivir mejor.
"Los productores ganan lo mismo sembrando un metro cuadrado que una hectárea de caña. He visto a los pobres trabajadores del central emigrando hacia otras empresas porque sus salarios no llegan ni a 500 pesos cubanos", agrega.
Asimismo Daniel, de 46 años, considera que "tanto la agricultura cañera como la industria están necesitadas de una urgente inversión porque los remiendos no resuelven sus deplorables condiciones. Los centrales tienen equipos que necesitan reemplazarse periódicamente y otros que son un peligro para el trabajador. Los suelos están empobrecidos y faltan los fertilizantes para lograr un buen cultivo.
"Hay que incentivar tanto la inversión extranjera como la de los cubanos. Inversión, por ejemplo, en sistemas de riego, fertilizantes, talleres de mantenimiento y reparación de combinadas o en un ferrocarril que garantice al menos la calidad del producto.
"Un país con una tradición de 500 años en la fabricación de azúcar tiene todo lo necesario para incluirse nuevamente entre los primeros cinco exportadores de azúcar en el mundo", señala.
En palabras de Lázaro, otrora trabajador de la industria azucarera, "este problema nació a fines de los 80. Fue un error destinar sumas millonarias procedentes del azúcar para desarrollar el turismo y cerrar de forma masiva los centrales azucareros.
"No sería loco pensar en el desmantelamiento de AZCUBA y en crear empresas azucareras que compitan entre sí, así como entregar tierras en usufructo y permitirles a los productores contratar piezas e insumos directamente con empresas nacionales", añade.
Desde la visión del forista Armando Correa Pérez, vinculado al mundo del azúcar desde 1979, antes del Período Especial se alcanzaban mayores volúmenes de producción por las miles de toneladas de fertilizantes, combustibles y otros insumos básicos "que provenían de la fraterna Unión Soviética y del Campo Socialista para tener caña y para que los centrales molieran.
“Después de 1990 todo cambió y la industria heredó un atraso tecnológico que le impidió competir en calidad con su producción principal”, rememora el experto. "No fuimos previsores y lo pagamos caro. Nos creímos que teníamos la última en conocimientos y hoy ya hasta Guatemala hace más y mejor azúcar que nosotros", concluye.
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