Lo que hay que ver: Waiting for the Barbarians

Del galardonado director de cine colombiano, Ciro Guerra, su primer largometraje en las "grandes ligas" de la industria.

Cartel de la película © YouTube / Samuel Goldwyn Films
Cartel de la película Foto © YouTube / Samuel Goldwyn Films

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Este artículo es de hace 4 años

No caben dudas de que a Ciro Guerra -el galardonado director de cine colombiano que ha entregado cintas tan memorables como la asombrosa El abrazo de la serpiente o la muy admirable Pájaros de verano- le encanta, como a millones de espectadores más, la monumental filmografía del italiano Bernardo Bertolucci.*

* Quien, puede que fallezca -en repetidos fake news- con regularidad, mas, permanecerá siempre vivo, con su inigualable obra, en la memoria de sus eternos espectadores. Específicamente, The Sheltering Sky, que en español se tradujo como: El cielo protector.


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Este es su más reciente largometraje estrenado. El de Ciro, no el de Bertolucci, por supuesto. Y su primero en las "grandes ligas" de la industria. O, como lo reseña cierta crítica malsana, con "peste a Hollywood". Que no deja de tener razón, aunque la producción parece tener mucho de italiana.

La historia es adaptada de una novela, con el mismo título. Escrita por el también guionista del filme, el escritor sudafricano, Premio Nobel de Literatura en el 2003, J. M. Coetzee.

Y sobre ella, el magistral compositor norteamericano Philip Glass estrenó una ópera, en Alemania.

Este es el argumento: Un honesto magistrado que cuida uno de los puestos más avanzados en una distante frontera, que colinda con los bárbaros, comienza a cuestionar su lealtad al imperio -en un país desértico y sin nombre- hasta convertirse en un paria, al que solo le queda esperar por el temerario enfrentamiento con las tribus nómadas y salvajes, que amenazan con invadir el sitio.

Con una maravillosa dirección de arte, una fotografía exquisita y escenas duras o alucinantes, esta enorme producción es admirable, en teoría; mas, falla, un poquito, creo que bastante, en su emoción.

Filmada en Marruecos, con un casting internacional envidiable, la trama no solo tiene un ritmo muy lento, como emulando al lugar, cercano al desierto, donde las horas parecen no pasar. Sino que todas las actuaciones intentan ser conmovedoras a la fuerza, como que tienen una rimbombancia extra y a los sensacionales planos, contradictoriamente, parece faltarles bomba.

Mas, pienso que es que le falta sentido de pertenencia, lo cual le roba autenticidad. Quizás, es eso. Que no digiero muy bien las tramas que suceden en lugares no concretos, no autóctonos, o no identificables. Me transportan inmediatamente a La Guerra de las Galaxias y cortan mi identificación con ellas.

Si no sucede, o ha sucedido en alguna parte, merman mi interés.

Y en este caso, es como estar acostumbrado a escuchar la hondura de una raíz que se vuelve, de repente, follaje, hojas mecidas al placer del viento.

Advierto, es un tronco de película. La banda sonora es sobresaliente. Y es un empeño inmenso, para un director que ha demostrado ser un maestro en su profesión. Solo que, al parecer, aún más, al estar comprometido con historias más cercanas a su entorno.

Mas, esta es una mezcla rara entre Juego de Tronos y El león del desierto.

Asimismo, necesitada de edición. Lo cual es un poco difícil con el tempo interno establecido para cada plano.

Juanito, el profundo -Johnny Depp-, en un papel secundario, hace de malo, malo, malo, malísimo, con unas gafas súper tocás, en talla. Con un admirable diseño futurista. Pero él sigue siendo malo. Tan malo es que luce mal -con su cara al descubierto y sin tanto maquillaje, como en otras producciones- un tanto sobreactuado. No es de sus mejores empeños.

Robert Pattinson se presenta con la misma cara de vampiro que lo hizo famoso. Y asume un rol, todavía aún, más cruel. También secundario. Aunque demuestra la superioridad de raza del personaje, NO se distingue, ni se luce. No lo aprovecha. Cualquier otro intérprete desconocido hubiese dado la talla aún mejor. Es puro cartel. Qué pena, porque ya mostró diferencias en el filme The Lighthouse, dirigida por Robert Eggers.

Y es el inglés, Sir Mark Rylance, quien asume el personaje protagónico. Con un encomiable trabajo de imagen y caracterización.

Mas, de nuevo, con una lentitud aplastante, desconcertante, que por ratos, tiende a aburrir.

Algo que le daba más espacio al color local, en sus anteriores filmes. Aquí, se siente, un poco, el sabor de una puesta en escena. Por momentos las escenas son muy limpias, pulidas, casi perfectas; los vestuarios lucen impecables. Los extras, bañaditos y compuestos, pasan de un lado a otro, sin motivos aparentes. Como quien no sabe si echarse talco, después del aseo, o ir a ver a una tía.

De todas maneras, ¡hay que verla, eh! Dura casi dos horas, pero hay que verla. Repito, tiene momentos impresionantes. Sobre todo, casi, al final.

Y como no me gusta contar las películas, si no la aprecia, ni se enterará de ellos.

Véanla, se las recomiendo. En definitiva, cada espectador hace con su visión su propia película. Y lo que no me funciona a mí, puede que a usted, sí.

Ciro es un director con peso, potente. Lo conocí de cerca cuando compartimos membresía en el jurado del Festival de Cine Latinoamericano de Vancouver.

Yo luchaba por premiar a la ópera prima de Carlos Lechuga, Melaza. Y él, por darle el galardón a una película colombiana. Al final, nos pusimos de acuerdo y ambas resultaron galardonadas.

He sabido que ahora arrastra acusaciones recientes de despotismo y hasta de abusos sexuales. Pero, no sé hasta cuánto o dónde, todo eso sea bulla o alharaca. Aunque cuando el río suena, es porque el volumen de la riada es alto.

Su vida privada puede que sea una mierda -o pasto para las revistas del corazón, o injusticia que debiera ser reparada-, pero su obra le avala como uno de los cineastas latinoamericanos más interesantes de esta época.

¡Ojalá siga haciendo historias en su increíble y prodigiosa Colombia!

Estos "mejunjes" le darán más fama y dinero; pero NO le dejan mucho al público que le admira por sus relatos más veraces y/o auténticos.

Si no arde -por dentro- una historia; si no quema, ¿para qué, entonces, hacerla?

Para cineastas, o cinéfilos, este puede ser un selecto material de estudio. Para el gran público, puede que resulte una película más. Sin mucho éxito. O, a lo mejor, me equivoco.

Véala y... ¡Suerte con ella!

NOTA INFORMATIVA A LA POBLACIÓN: Está en Amazon y debe de estar al entrar pronto, de seguro, en "el paquete".

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Juan Carlos Cremata Malberti

Director de cine y guionista cubano. Se graduó en 1986 de Teatrología y Dramaturgia, en el Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana, posteriormente cursó estudios en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños graduándose en 1990.


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Juan Carlos Cremata Malberti

Director de cine y guionista cubano. Se graduó en 1986 de Teatrología y Dramaturgia, en el Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana, posteriormente cursó estudios en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños graduándose en 1990.

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