Escribir sobre cine cubano, es un deber y un placer al mismo tiempo.
Solo cuando me gusta la película y considero importante que todos la vean, es que la recomiendo.
Hago igual con todas, de cualquier nacionalidad.
Ni reseño todo lo que veo - porque hay mucha mierda flotando en el ambiente - ni traiciono mi pensar, al sugerir algo que no me cuadre totalmente.
En el caso de Cuba, tengo, incluso, buenos amigos cineastas, a los que he preferido no referirme, ni hablar de su obra. Que no me guste, no significa que sea mala. Solo que, como es lógico, me cuesta mucho invitar a apreciarla.
No puedo ser hipócrita. Al menos, en eso que es mi pasión y ha sido mi razón de vivir.
También, hay veces que, aunque la película sea buena, a lo mejor, no me inspira escribir sobre ella, o simplemente, no sé que decir.
Mas, por lo regular, si NO me gusta lo que veo, me acojo a la segunda enmienda.
Pero, cuando el filme emociona, transporta, hace pensar y propone diferencias, si es cubano, me conmociona el triple y enorgullece, como si fuese propio.
Este es uno de los casos.
Fresca, atrevida, como lo es esa edad primera, en la que a uno le comienzan a nacer las ganas de comerse el mundo, viene esta ópera prima, a asentarse, con fuerza y singularidad, en el variopinto panorama del audiovisual cubano.
ARMANDO CAPÓ se anota un tanto importante en la dirección, e idea original, de este emotivo y tierno filme.
Así como ABEL ARCOS, su extraordinario y sensible guionista.*
* Con la prestigiosa consultoría del portentoso ALEJANDRO FERNÁNDEZ.
Y es que esta es una película dedicada a esa dificil edad que es la adolescencia.
En nuestro país, recuerdo cine con niños y para ellos. Me consta como precursor. Empero, no recuerdo historias para y con muchachos de secundaria.*
*Telenovelas, programas de televisión, cortometrajes y algún que otro personaje secundario en otras tramas; pero nunca como eje central de un filme. Puedo equivocarme.
Y sale airoso.
Digno. Con aplomo y hondura, da pasos firmes en su arte y en el alma del público agradecido, al que, luego de esta entrega, no le queda otra opción que batir palmas, clamar con hurras, o bravos y admirarlo sin cortapisas.
Los jóvenes NO actores llevan todo el peso del metraje y despliegan naturalidad, frescura, virginidad. Lo que se traduce, al final, en encanto.
Nada mejor, entonces, que colocarles, bien cerca, a actores tan naturales, como LOLA AMORES -un amoroso universo de actriz, más un portento de persona - y RAFAEL LAHERA, O Felito, para los que lo queremos y respetamos. Ambos, en sus pequeños desempeños, se crecen.
VERÓNICA LYNN, siempre grande, eficiente, soberbia. No hay papel breve que no sepa disfrutarlo, lucirlo, o enaltecerlo. Y el poco tiempo en que la vemos, deja con ganas de seguirla apapachando, como a esa abuela a la que no le quedan pudores por esconder.
La fotografía es luminosa, abierta; endemomiadamente hermosa, en su aparente simplicidad. Y es que la tragedia, aquí, avanza por dentro.
Sobre JAVIER LABRADOR, el director de fotografía, me es de un orgullo inmenso hablar. Fue mi asistente de dirección en VIVA CUBA. Aún recuerdo el día que se apareció, en mi añorada - por perdida - terraza de la calle 9 y me habló de su firme disposición de hacer cine junto conmigo. Y lo ha seguido haciendo.
Me emociona mucho verlo crecer y que se haya convertido en un director de cine, al que admiro - hay que estudiar en su agrio, amargo, e intenso filme HOTEL HABANA - y en un fotografo ingenioso, con el que me encantaría trabajar.
El diseño sonoro de SHEYLA POOL, no se queda detrás; juega mucho - y bien - con el sonido externo, usando esas conversaciones que se entrometen, sin permiso, en la vida del protagonista. Y le dejan saber de catástrofes que le atañen para marcar su andar.
Así es la vida en la isla, donde los vecinos, casi, viven dentro de las casas. Y la gente grita, vocifera, chismea y le deja saber al viento acerca de sus deleites, o sufrimientos.
CELIA LEDON, esa inmensa diseñadora, lo acompaña - con su egregio, simpar,e infinito talento - al ocuparse de la dirección de arte. Su arte es como una joya. Todo lo de ella relumbra. Qué cabeza, madre mía, qué ingenio. La providencia le guarde y le depare muchos, muchos, muchos más proyectos.
La película se crece en la calma chicha que domina el ambiente de esa Cuba de hoy dormida, aletargada por tanto calor, las persitentes penurias y la creciente indolencia.
De entrada, no está filmada en la Habana, sino en un pueblito costero de las afueras de la capital: Cojímar. *
* Con una curiosa tradición cultural y cinematográfica.
Ofrece una Cuba diferente, un poco más adentro, menos contaminada, más cercana a la dura realidad.
La de los apagones constantes, la de las carencias fluctuantes, la de los sueños de escapar lejos de toda precaria existencia y la de la vida que corre, pasa, vuela y no se detiene.
En un inicio, conmueve, en extremo, escuchar la noticia, en el aire, de los tristes sucesos acontecidos con el remolcador 13 de marzo.
Se hace referencia, además, al "maleconazo". Algo que no ha sido mencionado mucho por la cinematografía nacional.
Y todo gira en torno a los desgarradores sucesos del éxodo de los balseros y la migración masiva, por mar, durante los años noventa.
Bella película esta, que ilumina el camino del cine cubano y clama - con la emotiva canción que interpreta DAYME AROCENA, en los créditos finales - por que se nos devuelva el amor robado a toda la familia cubana. Desmembrada, hecha menudos pedazos, alimento del mar, sueños cercenados, confrontación incesante, o invento "pá resolver ahora y seguir".
El joven DAMIÁN GONZÁLEZ, en su primera incursión en el cine - y a una edad, repito, bastante complicada, de por sí, fuera de la pantalla - se mueve con una desenvoltura pasmosa. Su rostro transmite honestidad en esa pérdida de su inocencia.
Asimismo sus amigos. Entre los que está aquel niño que fue el personaje principal de la película CUBA LIBRE de JORGE LUIS SÁNCHEZ y ya es hoy, casi un adulto.
Todo está bien en esta película; con un tempo aparentemente calmo, que transmite la pesada angustia de un pueblo que se desgasta.
Solo una escena me sobra. Debe haber sido parte de una historia no desarrollada. Y es el momento en que los chicos miran desde una ventana a una mujer desnuda que llora. Ya se ha visto y no aporta mucho al argumento.
Esta es la película de la pérdida de la virginidad.
No únicamente sexual. Sino, es un abrir ojos a las dolencias del mundo, a las asperezas de la subsistencia.
Es sobre el momento en que un pichón en ciernes, se convierte en HOMBRE. Entiéndase y léase - sin respetar, en lo absoluto, el lenguaje inclusivo-inútil ese que proponen por ahí - se transforma en SER HUMANO.
Y emprende vuelo.*
* cielo, celo, recelo, anhelo, duelo.
Otras dos cosas más compartimos con esta película que se nos hace entrañable.
Su mezcla se realizó en el mismo lugar en que se hizo la de NADA, mi primer largometraje. MACTARI, en Francia. Con el mismo mezclador. Del que hacía años no sabía.
Y el maravilloso cartel que acompaña a estas palabras - es lamentable que la copia de internet no tenga la suficiente calidad - fue diseñado por el siempre sorprendente EDEL RODRÍGUEZ (EL MOLA), quien se encargó de todos los créditos de mi último largometraje: CONTIGO, PAN y CEBOLLA.
¡Todo queda en familia!
NOTA INFORMATIVA:
Pude verla gracias a la cortesía del director.
No existe linck ninguno, ni está en alguna plataforma de exhibición pública.
La película aún recorre festivales y se reserva el derecho de distribución.
Esto es solo un avance para que usted conozca de su existencia y no deje de verla si se la tropieza.
Espero que pronto todo el mundo pueda verla.
¿Qué opinas?
COMENTARArchivado en: