Luego de más de 150 días en un encierro domiciliario arbitrario, que implica una vigilancia permanente fuera de su vivienda y limitaciones para recibir visitas, la historiadora del arte, curadora y defensora de Derechos Humanos, Carolina Barrero, se encuentra de cumpleaños este jueves y persiste en su ayuno por la liberación de los presos políticos en Cuba.
"Carolina Barrero está de cumpleaños. Le pregunté como de pasada hace dos días y me dijo al vuelo: 'ay Ana, ya ni me acuerdo de eso'. Carolina lleva más de 150 días presa en su casa. Se dice fácil pero no lo es. Salvo algunos amigos que han logrado pasar a verla y aquella vez que logró escaparse par de días, Carolina ha estado sola. Ha tenido que lidiar con la soledad, hacerse su amiga, aprender de ella", declaró la investigadora y activista Anamely Ramos, miembro del Movimiento San Isidro, en un conmovedor mensaje de felicitaciones, que fue también una denuncia a la violación de los derechos de su amiga y colega.
En una entrevista reciente que la autora de esta nota realizara a Barrero por el canal de Youtube del proyecto 23yFlager, ella contaba que en su barrio de La Habana Vieja, donde vivía rentada, le decían "La prisionera de la Loma del Ángel" y que muchos vecinos, a cada rato, la saludaban cuando se asomaba a la calle con el símbolo de libertad.
Barrero no puede salir de su vivienda. Depende completamente de otras personas para acceder a los insumos que necesita para vivir. Sus captores mantienen vigilancia sobre ella durante las 24 horas del día. Para recibir a alguien, el visitante tiene que ser autorizado por la Seguridad del Estado, pero como muchos de sus amigos son parte de la comunidad intelectual o artística disidente, la mayor parte del tiempo la joven, quien es también ciudadana española, se encuentra sola.
Dice que dedica su tiempo a leer, a apoyar la causa por la libertad de Cuba y a denunciar violaciones de Derechos Humanos. Aunque la policía política ha tratado de que abandone el país y retorne a España, donde vivía desde hacía varios años, antes de decidir volver a Cuba a sumarse al movimiento de protestas que estaba teniendo lugar después del histórico 27 de noviembre de 2020, hasta hoy Carolina se niega rotundamente. Explica que nunca se fue de Cuba, que todos los años volvía.
Actualmente, ella es quizás una de las activistas más incómodas para el régimen. No forma parte de ningún grupo opositor, ni de ningún medio independiente, aunque se solidariza con todos los activistas, artistas y periodistas que son represaliados y violentados por ejercer libertades civiles y políticas. La labor de activismo que realiza es totalmente voluntaria. Además, ha demostrado no sentir miedo a los represores y ser consecuente con sus principios.
El propio artista Hamlet Lavastida declaró, en entrevista con Revista El Estornudo, luego de ser excarcelado de Villa Marista y forzado al exilio en Polonia, junto con la poeta Katherine Bisquet, que la Seguridad del Estado quería que la salida de Barrero del país fuera parte de la "negociación" de condiciones para su liberación. Sin embargo, al final solo Bisquet y Lavastida salieron de Cuba.
Todavía en la Loma del Ángel, uno de los sitios más míticos de Cuba, por ser uno de los escenarios donde se desarrolla la novela Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde, obra fundacional de la literatura cubana, continúa la joven treintañera. Y, a pesar de que su posibilidad de participar en la vida política de la nación es muy limitada, no deja de ingeniar acciones para protestar contra lo que considera injusto.
Este 7 de octubre, Carolina Barrero cumple el sexto día de ayuno para pedir la liberación de los presos políticos.
"Ha pedido para ellos la atención y la solidaridad. Ese ha sido su mantra desde que llegó a Cuba antes de que terminara el año 2020. Recuerdo siempre sus palabras: ´cuando me detengan, postea cada una hora el rostro de un preso político'. Hoy Carolina también está presa, pero de la mano de su soledad y la alegría que aún le da haber vuelto a Cuba cuando todos comenzaban a irse, saca la fuerza y la entereza", reveló Anamely Ramos.
Un día atrás, en un post en Facebook, Barrero decía: "Ayunar es, más que una alternativa pretérita al alcance de lo que puedo hacer desde la prisión en la que sin recurso legal me encuentro, una decisión incondicionada que busca en el interior de los días la idea destilada de las cosas, cuando en medio del ruido y de la repetición, no queda sino el silencio y la inapetencia".
"Si algo nos une hoy, más allá de si somos socialistas, anarquistas, conservadores, liberales, defensores del planeta, de la igualdad de género, de los derechos LGTBIQ, del bienestar animal o la igualdad racial, más bien la desaparición del concepto de raza, que tanto necesita un país como Cuba, es el reclamo por la liberación de los que están presos por ejercer su derecho a la libre manifestación. Sabemos que pedir por ello es pedir por nosotros, por una Cuba más justa en la todos podamos participar", agregaba.
Y, antes de finalizar, pedía a sus seguidores que publicaran una historia y una foto de un preso tantas veces como lo sintiera. "El sistema de justicia por sí solo no los va a liberar, porque depende no de la justicia sino de la ideología; pero los presos dependen de nosotros, y el poder no puede ignorar nuestra petición conjunta", argumentaba.
"Yo seguiré este ayuno hasta que pueda. Pero no importa si ayunamos o no, lo importante es que hagamos, cada uno desde su imaginación", concluía.
Por el día de su cumpleaños, Ramos quiso, desde la distancia, dedicarle un poema de La Avellaneda (Gertrudis Gómez de Avellaneda), ese otro símbolo de la cultura nacional cubana del siglo XIX, pero antes le confesó a su amiga que muchas veces, antes de dormir, piensa en ella. "La imagino en el balcón mirando las estrellas mientras los que la vigilan miran para el suelo", dijo.
A continuación, el poema:
A las estrellas
Reina el silencio: fúlgidas en tanto,
luces de amor, purísimas estrellas,
de la noche feliz lámparas bellas,
Bordais con oro.su enlutado manto.
El placer duerme y vela mi quebranto,
y rompen el silencio mis querellas,
volviendo el eco, unísono con ellas,
de aves nocturnas el siniestro canto.
Estrellas, cuya luz modesta y pura,
del mar duplica el azulado espejo,
si a compasión os mueve la amargura.
Del intenso penar, por que me quejo,
¿Cómo para aclarar mi noche oscura
no teneis ¡ay! ni un pálido reflejo?
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