En medio de la creciente deuda habitacional del régimen cubano con la población y del continuo incumplimiento de los planes de edificación de viviendas, el viceprimer ministro y Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez llamó a rescatar la construcción de edificios de microbrigada.
Durante una visita a Santiago de Cuba Valdés sugirió "rescatar el movimiento de microbrigadas estatales y sociales", que en décadas anteriores "posibilitó el aumento exponencial del fondo habitacional en el país".
Específicamente, dijo, ayudaría a erradicar varios problemas en la provincia, donde hay 1,013 cuarterías, 4,766 casas con pisos de tierra y 7,312 viviendas afectadas por eventos climatológicos.
Sin embargo, esta sugerencia parece poco realista en el país, donde no hay recursos ni para la venta a las familias que deciden aventurarse en la modalidad de construcción de vivienda con esfuerzo propio. En los puntos de venta se vende a 2.000 pesos la bolsa de cemento y a 1,500 la barra de acero y casi nunca hay materiales, explicó el diario local Sierra Maestra.
Los edificios de microbrigada fueron una solución al problema de la vivienda de miles de cubanos, pero dejaron una huella de pobreza arquitectónica en el entorno urbano, con construcciones que tipificaron la estética ambiental del socialismo en Cuba y otros países de la órbita soviética.
Una microbrigada estaba compuesta por 33 obreros, que debían construir un edificio de cinco plantas y 30 apartamentos en nueve meses, trabajando de lunes a sábado de 8:00 am a 6:00 pm y media jornada los domingos, pero los planes se incumplían constantemente.
Valdés Menéndez dijo que "a pesar del enemigo que nos bloquea, nada justifica el cumplimiento de los propósitos constructivos del país, que se materializa en cada barrio".
Sin embargo, ese "aguerrido" discurso es similar al repetido por los funcionarios del régimen en cada reunión en las últimas décadas.
En la práctica, el éxito de la construcción de edificios de microbrigada sigue estando atado a la realidad del país, donde cada mes de diciembre el gobierno cubano confirma que incumplió los planes de construcción de vivienda en todas las modalidades por falta de recursos, y que se agravó la deuda habitacional con el paso de algún ciclón.
El pasado año el gobierno cubano incumplió en casi un 35% su plan de construcción de viviendas para 2022, a pesar de que su deuda habitacional con la población se elevaba a 862,879 casas en 2021.
La situación se agravó aún más luego de que el huracán Ian en septiembre pasado dejara más de 102,527 viviendas afectadas solo en Pinar del Río.
En agosto la situación de la vivienda era ya bastante precaria en esa provincia cubana, donde el plan de construcción para el primer semestre de 2022 se incumplió en casi un 50%, luego de que de 364 edificaciones previstas quedaran 152 sin terminar.
El vicepresidente del país Salvador Valdés Mesa dijo al cierre de 2022 que "se acumulan atrasos respecto al número de inmuebles planificados para este año", pues "al cierre de octubre se habían terminado 16,985 casas, el 76% de lo previsto para la fecha".
Hace apenas cuatro días el primer ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, confirmó que la crisis está lejos de solucionarse y regañó al Ministerio de la Construcción (MICONS) por "los resultados insuficientes en la construcción de viviendas".
"El tema de la construcción de vivienda ha sido insuficiente y en el tema de los materiales de la construcción a nivel local ha faltado acompañamiento, entendimiento. En este tema he insistido en otras reuniones con ustedes que, como rectores desde el Ministerio, hay que ver qué más tenemos que hacer para lograr esos objetivos, porque todo está clarito pero no se logra", apuntó.
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