Hoy es, otra vez, 13 de Julio en Cuba.
Digo “Cuba” y estoy pensando, por supuesto, en los cubanos de Cuba y en los cubanos sin Cuba, que de alguna manera somos todos, pues nuestra ciudadanía, resida donde resida, no dispone de soberanía para participar en los destinos de nuestro propio país. Sí, por desgracia, los cubanos somos menos que una audiencia cautiva: los cubanos desde 1959 somos un pueblo políticamente rehén.
Y tú sabes bien de qué hablo. Aunque te convenga aparentar que no. Saber en Cuba y sobre Cuba nos hace responsables, casi que cómplices de...
Por eso tantos y tantas prefieren simular su ignorancia, pues, de esa manera mentirosa, entre el miedo y la apatía, los cubanos con y sin Cuba, al preferir no saber, nos sentimos un poco menos culpables: suponemos que así podremos ser un tin más feliz.
Nada más lejos de la verdad, mis hermanos y hermanas. No saber solamente nos hace parte de nuestra tragedia, en lugar de movilizarnos para por fin ser parte de su solución.
Porque, mira, hoy mismo, por ejemplo, como cada año por estas fechas, llega el 13 de julio y la vergüenza otra vez nos abofetea: estemos en una disco gozando ritmos y alcoholes, o estemos a solas con nuestra conciencia en la intimidad del hogar. No es una fecha política. Es una fecha perversa. Aunque ya sabemos que la política y los políticos tienden a ser la pura perversión.
Permíteme recordártelo. El 13 de Julio de 1994, la Revolución Cubana (y fíjense que no la llamo “tiranía” ni “dictadura” ni “totalitarismo” ni nada por el estilo) mató a sangre fría a 41 cubanos, gente de familia como tú y como yo, que no hacían más que huir en un viejo barco del puerto de La Habana, para salvarse del hambre y la desesperación del Período Especial en Tiempos de Paz, aquella demencia decrépita en la que nos metió el empecinamiento militar del Estado cubano, liderado desde 1959 por el Comandante en Jefe Fidel (y fíjense que no lo llamo “tirano” ni “dictador” ni “totalitario” ni nada por el estilo).
En efecto, la Revolución Cubana mata. Tal como mata el Comandante en Jefe también.
Fue una noche terrible. He soñado con ella más de una vez. Pesadillas patrias. Tú también las has tenido, lo sé, aunque hasta ahora te lo hayas callado a cal y canto, sea por miedo o por autocompasión. Basta ya de silencios, por favor, cuéntame en un comentario qué te atormenta en sueños: comparte tus palabras casi imposibles con estas, las casi imposibles palabras de Orlando Luis. Seamos uno, al menos por última vez.
Muchas noches, desvelado, los veo de nuevo. Qué triste. Son cubanos que matan a cubanos, todo por un diploma despótico y un salario miserable en moneda nacional, incluyendo a mujeres con niños y hasta con bebés. Muerte gratuita, igualitaria, como todo en el socialismo. Muerte infame, insultante, innecesaria. Impunes hasta el día de hoy.
El llanto de esas madres cubanas, cuyos cadáveres jamás nadie ha intentado rescatar de nuestras aguas territoriales, todavía debiera de estarse escuchando en los oídos sordos de Dios, a donde ojalá hayan ido a parar las almas asesinadas de esos inocentes. Niños atrapados en la hediondez de la historia humana, inhumana.
No permitas que se nos olvide la masacre del remolcador “13 de Marzo”. Recuerda siempre que ocurrió en el año de 1994, el día 13 de Julio, en una conjunción fatídica de la Revolución Cubana en decadencia y su Comandante en Jefe en plena soberbia de genocida.
Hoy no es13 de Julio en Cuba, hermanos y hermanas. Hay fechas que no ocurren en el tiempo de dentro o fuera de Cuba, sino que se llevan clavadas como un cadalso en el corazón. Nostalgia por la oscuridad. Vacío sin luto. Violencia fraticida por culpa de la fidelidad.
A partir de hoy, tú y yo hablaremos así aquí. De tú a tú. Entre la ternura y lo terrorífico que es haber estado vivos en medio del carnaval y el caos, juntos y ajenos en medio del desatino y el desamor. Testigos del trauma. También de la sanación.
Por eso, a partir de hoy, tú y yo vamos a entendernos como nunca lo hubiéramos imaginado ayer.
Ya te estoy empezando a querer.
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