Este lunes comienza el experimento para "reordenar" el transporte privado en La Habana, que incluye incentivos económicos y fiscales pero limita a los cuentapropistas.
Según recogió EFE fueron convocados un total de 6.119 titulares particulares de licencias de operación de transporte.
Estos trabajadores, que en su mayoría operan con autos conocidos como "almendrones", tendrán que presentarse en las oficinas municipales que se dedican a esas gestiones.
El nuevo experimento, que incluye 26 terminales y 23 rutas asociadas, se llevará a cabo durante cuatro meses en la capital cubana.
Los transportistas privados podrán adquirir combustible a precios más bajos -entre 2 y 66 centavos de dólar el litro según el tipo de gasolina-, con el objetivo de evitar la compra de combustible estatal robado.
También podrán adquirir herramientas, piezas y accesorios para sus vehículos en un mercado mayorista a precios un 20% más baratos.
Asimismo tendrán la obligación de cumplir con consumos mínimos y máximos de combustible de acuerdo con el tipo de vehículo, su capacidad, la clase de combustible, así como la ruta contratada con la compañía estatal de transporte.
Este experimento establece una nueva clasificación del servicio de taxi en las modalidades de ruta, libre y de alto confort o clásico.
Para obtener una licencia operativa es obligatorio contar con un contrato para adquirir el combustible y ser titular de una cuenta bancaria.
Al experimento se podrán sumar transportistas de autos, todoterreno y microbús
Este tipo de normativa se enmarca dentro de un paquete de 20 medidas que ha preparado el Gobierno de Cuba y que entrarán en vigor el próximo 7 de diciembre.
Al experimento se podrán sumar transportistas de autos, todoterreno y microbús con capacidad para entre 4 y 14 pasajeros. Posteriormente se extenderá a las provincias occidentales de Artemisa y Mayabeque y en el plazo de un año al resto del territorio nacional.
Desde hace años, el transporte público prestado por autobuses en la capital resulta insuficiente para el desplazamiento diario de cientos de personas, que deben recurrir a los conductores privados, en un país en el que comprar un vehículo representa un lujo que no está al alcance de los cubanos.
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