EDITORIAL: Remolcador 13 de Marzo, a 25 años de un crimen silenciado

Cada 13 de julio, los cubanos deberíamos imponernos un ejercicio contra el olvido en tributo a las víctimas de un acontecimiento nefasto de nuestro pasado reciente: el hundimiento del Remolcador "13 de Marzo", con 68 personas a bordo, por la acción de embarcaciones estatales en el litoral habanero.

Víctimas del hundimiento del remolcador 13 de Marzo por el Gobierno de Cuba © Internet
Víctimas del hundimiento del remolcador 13 de Marzo por el Gobierno de Cuba Foto © Internet

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Este artículo es de hace 5 años

La memoria es el mejor antídoto contra la enfermedad de los totalitarismos en el poder. Un gobierno o una ideología totalitarios pueden afianzarse solo si imponen la censura férrea, la tergiversación de la Historia, la mordaza a las discrepancias y el miedo a revelar la verdad que no sea dictada por la conveniencia política y el dogma de la doctrina dominante.

Ante la imposición y el terror, la memoria termina siendo el único recurso de resistencia y acaso el más efectivo. Borrar la memoria de un pueblo, descarrilarla, acomodarla a los fines de la conducción gubernamental, es una obsesión permanente de dictadores y sátrapas. Pero la memoria resulta demasiado persistente y escurridiza como para ser anulada.


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Le temen los poderosos que mienten, y se aferran a ella los hombres y las mujeres de bien como un asidero de sobrevivencia. Porque olvidar resulta una estrategia de dominación que despoja a los pueblos de su real identidad, su orgullo y su decoro.

Cada 13 de julio, los cubanos deberíamos imponernos un ejercicio contra el olvido en tributo a las víctimas de un acontecimiento nefasto de nuestro pasado reciente: el hundimiento del Remolcador "13 de Marzo", con 68 personas a bordo, por la acción de embarcaciones estatales a solo siete millas (poco más de 11 kilómetros) del litoral habanero.

Un ejercicio de memoria histórica e instrospección nacional.

La tragedia dejó 37 muertos, entre ellos 10 niños, y decenas de familias destrozadas. Un crimen que califica como una de las mayores masacres contemporáneas, pero que 25 años después permanece bajo un manto de silencio, escamoteada por el relato oficial y sin que los principales culpables de este estropicio humano hayan sido llevados ante la justicia.

Conviene remontarse a lo ocurrido en la madrugada del miércoles 13 de julio de 1994, pues millones de cubanos, jóvenes y no tan jóvenes, desconocen los hechos o han escuchado versiones distorsionadas e imprecisas en torno al trágico desenlace.

Eran días de desespero en la población en medio de las penurias agravadas por el llamado "Período Especial" tras el derrumbe del campo socialista. Escapar era una opción que gravitaba sobre miles de cubanos.

A las tres de la madrugada de ese día el grupo de 68 personas aborda el remolcador atracado en el muelle Salvamento a unos pasos de Tallapiedra, la antigua planta eléctrica. Al frente de la expedición está Fidencio Ramel Prieto Hernández, jefe de operaciones del Puerto de La Habana, y el propósito es emigrar a Estados Unidos.

Para ganar la boca del Morro, el remolcador debe atravesar la bahía completa. Al pasar por la base de la Marina de Guerra, cerca del muelle de las lanchitas de Regla y Casablanca, es interceptado por embarcaciones de la Empresa Estatal de Servicios Marítimos (EESM), los llamados Polargo 2, 3 y 5. A fuerza de bandazos y chorros de agua lo acorralan en las inmediaciones del Muelle La Francesa al lado de La Carbonera de Casablanca, pero el remolcador escapa y logra navegar a mar abierto. El trayecto transcurre bajo los disparos de cañones de agua, con descomunales chorros que son capaces de atravesar paredes.

El acoso no consigue detener al remolcador en fuga. La tripulación decide apagar el motor en marcha y la nave se queda en “estrepada”, es decir, movida solo por las olas. Los pasajeros esperan ser detenidos, pero los Polargos lanzan una sorprendente embestida.

El Polargo 2 mantiene los chorros de agua por banda mientras el Polargo 5 retrocede unos metros y arremete con su proa de acero contra la popa de madera del remolcador. La grieta permite la avalancha de agua y causa la muerte a las mujeres y niños que viajaban en los camarotes, y las personas del cuarto de máquinas.

Al final unos pocos sobreviven y ganan el mar y piden a gritos el socorro para salvarse del torbellino causado por los giros circulares de los Polargos.

Un barco mercante griego aparece en el escenario y los Polargos se retiran para permitir la entrada de las lanchas guardafronteras, que permanecían en la retarguardia del genocidio.

Los 31 sobrevivientes son llevados a la estación de Jaimanitas y luego al bastión de la Seguridad del Estado en Villa Marista.

El Gobierno cubano trató de presentar la chapucera operación como ''un lamentable accidente'' del remolcador. La campaña de propaganda se inició con una vergonzante nota del diario Granma y prosiguió con entrevistas a algunos sobrevivientes que negaban la acción criminal de las embarcaciones gubernamentales, aunque luego ellos mismos han revelado las presiones psicológicas que rodearon aquellos testimonios.

Las autoridades cubanas nunca realizaron un proceso judicial sobre el incidente y terminaron por sellar el caso, a pesar de los reiterados intentos de familiares y activistas por llevar a los presuntos culpables ante los tribunales.

Tampoco se entregaron los cadáveres de las víctimas, que en su mayoría fueron rescatados por las lanchas torpederas cubanas y por buzos que exploraron la zona. No se tiene certeza alguna sobre si remolcador fue extraído de las profundidades marinas o permanece todavía allí como una tumba sin sosiego.

Pero la lapidación del crimen que intentó el régimen de Fidel Castro chocó con la determinación de Jorge García, un profesor que perdió a 14 familiares en la tragedia y se negó a silenciar los desmanes cometidos.

García convirtió su dolor profundo en una motivación de justicia. Desde los primeros días de la catástrofe emprendió una exhaustiva investigación que le tomó cinco años en Cuba, antes de marchar al exilio en 1999. Entrevistó a sobrevivientes y sus familiares, siguió tras la pista de los presuntos victimarios, reunió documentación técnica sobre las embarcaciones y se prometió a sí mismo no olvidar jamás.

Casi la totalidad de lo que se conoce sobre el caso del Remolcador 13 de Marzo se le debe a su empeño infatigable y al ex patrón marítimo Marcelo López Bañobre, quien realizó un informe técnico desacreditando la versión oficial del incidente. Bañobre presentó varias demandas ante el Gobierno cubano que nunca tuvieron efecto.

"Soy un hombre sin futuro y sin pasado, toda mi vida es recordar eso... A veces pienso que no voy a poder seguir en pie", confiesa García, de 74 años, quien este sábado presentará en Miami la edición en inglés de su libro El Hundimiento del Remolcador 13 de Marzo.

Veinticinco años después, la repulsa internacional contra el crimen cometido no derivó en enjuiciamiento de los responsables del asesinato, ni siquiera en una investigación independiente que devele los pormenores del incidente ante la desinformada población cubana.

El crimen permanece impune y los principales culpables siguen indemnes o han fallecido, sin responder por un delito de lesa humanidad.

El olvido culpable no solo incumbe a las cortes internacionales de justicia y a los organismos que claman respeto por los derechos humanos universales, sino a todos los aduladores del régimen cubano, incapaces de reclamar a La Habana lo que exigen en otras partes del mundo.

Ni siquiera los halcones de Hollywood, a la caza de cualquier historia desgarradora que pueda convertirse en suceso comercial, han tenido la dignidad de mirar hacia este doloroso capítulo del horror cubano.

Para Cuba entera, sin embargo, queda el compromiso de la memoria. Un país futuro tendrá la responsabilidad de hacer justicia y honrar a los 37 fallecidos como víctimas de nuestra prolongada tragedia nacional.

Fallecidos en el hundimiento del remolcador "13 de Marzo"

Niños: Hellen Martínez Enríquez (5 meses), Xicdy Rodríguez Fernández (2 años), Angel René Abreu Ruiz (3 años), José Carlos Nicle Anaya (3 años), Giselle Borges Alvarez (4 años), Caridad Leyva Tacoronte (5 años), Juan M. Gutiérrez García (10 años), Yasser Perodín Almanza (11 años), Yousell E. Pérez Tacoronte (11 años) y Eliecer Suárez Plasencia (12 años)

Jóvenes: Mayulis Méndez Tacoronte (17 años), Miladys Sanabria Cabrera (19 años), Joel García Suárez (20 años), Odalys Muñoz García (21 años), Yaltamira Anaya Carrasco (22 años), Yuliana Enríquez Carrazana (22 años), Lissett María Alvarez Guerra (24 años), Jorge Mario Balmaseda Castillo (24 años), Ernesto Alfonso Loureiro (25 años), María Miralis Fernández Rodríguez (27 años), Jorge Arquímedes Levrígido Flores (28 años), Leonardo Notario Góngora (28 años), Pilar Almanza Romero (31 años), Rigoberto Feu González (31 años), Omar Rodríguez Suárez (33 años), Lázaro Enrique Borges Briel (34 años), Martha Caridad Tacoronte Vega (35 años), Julia Caridad Ruiz Blanco (35 años)

Adultos: Eduardo Suárez Esquivel (38 años), Martha M. Carrasco Sanabria (45 años), Augusto Guillermo Guerra Martínez (45 años), Rosa María Alcalde Puig (47 años), Estrella Suárez Esquivel (48 años), Reynaldo Joaquín Marrero Alamo (48 años), Amado González Raíces (50 años), Fidencio Ramel Prieto Hernández (51 años) y Manuel Cayol (?).

ENTREVISTA: Jorge García, el hombre que perdió a 14 familiares en el hundimiento del Remolcador "13 de Marzo"

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