En 1988, una familia habanera se sobresaltó porque uno de sus hijos había sido sorprendido en un baño de su ESBEC pintando la cara de Fidel Castro con un eslogan: ¡Muérete viejito!; la medida disciplinaria fue sensata, devolviendo al niño a una escuela urbana y a su hogar.
Desde entonces, ha llovido más pobreza, más represión y más descontento popular; incluso el viejito se murió, y Cuba sigue instalada en su agonía provocada por la casta verde oliva que, en otro ejercicio inútil, intenta culpar a Trump y a un grupo de cubanos acaparadores y coleros de la escasez material y a otro grupo de cubanos "indisciplinados", especialmente habaneros, por el rebrote del coronavirus, que ha sido la salvación del tardocastrismo para escamotear la galopante crisis económica que asfixia a los pobres.
Mientras el debate público se centre en cuántas veces van a vender la pasta de dientes y el precio de comidas y medicamentos en MLC, la dictadura no tendrá que afrontar la carencia de libertades y derechos, incluidos los socioeconómicos, que empobrecen a Cuba.
Nótese la adopción del término MLC para escamotear la frase correcta: Dólares norteamericanos, que es la vieja pasión de los mandarines de La Habana, en ese enjambre anexionista que han instrumentalizado en tiempo récord. Lamentablemente, algunos mordieron el anzuelo y repiten expresiones tardocastristas, en ese empeño por nombrar mal las cosas, que evidencia la decadencia que padece el poder.
La orfandad de los herederos de Fidel es manifiesta y agravada por el miedo paralizante, la desconfianza generalizada y la incertidumbre que genera la próxima jubilación política de Raúl Castro Ruz, que lo tenía resuelto con Obama y se apencó para que los cubanos tengan que seguir bailando con la más fea.
La capacidad de magia e invenciones del tardocastrismo y los bobos solemnes que lo sirven por convicción o simulando, parece agotada con todo ese despliegue de Fidel Castro Ruz, con motivo de su 94 cumpleaños, paraguas bajo el que pretenden guarecerse de las inclemencias del tiempo político provocado por sus propias actuaciones.
Pretender usar la figura de Fidel Castro es una estrategia suicida por tres razones: Los cubanos fueron evolucionando de la adoración al rechazo, según iban empeorando sus vidas; esconderse en alguien muerto y que agotó su tiempo político en 2006 por enfermedad carece de sentido práctico en 2020, y porque el propio Comandante en Jefe lo dejó claro "Los muertos no opinan (...) Esa es la verdad".
El presidente Miguel Díaz-Canel Bemúdez debió sacar las lecciones correctas de su salida precipitada de Regla, cuando un tornado destrozó parte de La Habana, en enero de 2019, pero insiste en gobernar a golpe de televisión, evitando a los cubanos, como le deben haber recomendado los estrategas de Moncloa en su asesoramiento al equipo homólogo en el Palacio de la Revolución, cuya composición e identidades se desconoce.
Hace más de 30 años que Fidel dejó de ser referente para la mayoría de los cubanos y se convirtió en protagonista de chistes sobre la escasez, la emigración y el uso de la mentira como herramienta política; la Cuba de ahora mismo está más empobrecida que en 1990, muchos cubanos han emigrado, otros han viajado y tienen acceso a Internet, donde descubren que la educación y salud gratuitas no son exclusividad de los cubanos, por ejemplo, y además, cualquier ciudadano puede criticar al gobierno y a su presidente sin temor a ser encarcelado o reprendido.
Como también descubren que un sueldo de un obrero en el neoliberalismo da para vivir con decoro y ayudar a su maltratada familia en Cuba; el resto son cuentos de caminos, que deterioran aún más la negativa imagen de los dirigentes cubanos, que ahora les ha dado por hablar de más esfuerzos, solidaridad, disciplina y estrategia agroalimentaria desde sus guayaberas y uniformes inflados por el sobrepeso, mascarillas quirúrgicas y aire acondicionado.
"Cuando con sangre escribe
FIDEL este soldado que por la Patria muere,
no digáis miserere:
esa sangre es el símbolo de la Patria que vive"
Nicolás Guillén, 1961.
(...) La malanga amarilla de Rumanía
el boniato moldavo y su dulzura
de Siberia el mamey con su textura
y el verde plátano que cultiva Ucrania.
Todo eso falta, y no por culpa nuestra,
Para cumplir el Plan Alimentario
se libra una batalla ruda, intensa
Y ya se advierte la primera muestra
de que se hace el esfuerzo necesario
hay comida en la tele y en la prensa".
Guillermo Rodríguez Rivera, 1993.
"Cada vez que usted o alguno de su gobierno vuelva a llamar IRRESPONSABLE al pueblo de Cuba le voy a recordar quienes son los únicos IRRESPONSABLES que hay aquí..."
Cubano a Díaz-Canel, 2020.
La lírica ha cambiado del fervor por la inmolación al choteo y la indignación; por tanto exaltar a Fidel Castro Ruz es solo un ejercicio de cobardía política, otra muestra de la falta de imaginación que corroe al poder en Cuba, empeñado en santificar al Comandante en Jefe y usarlo como resguardo ante los peligros que aguardan a la cúpula verde oliva y de guayabera.
El miedo de quienes gobiernan se hace dramático, cuando los guatacas y guacarnacos reales y simulados rescatan frases huecas de discursos de Fidel Castro e imágenes de esos niños maltratados ideológicamente que, con sus vocecillas inflamadas, hicieron de títeres trágicos agitando la obviedad y el delirio tardocastrista.
Granma publicó dos notas, una que reclamaba un esfuerzo colectivo para "actuar como actuaría Fidel" en las actuales circunstancias y otra con estilo norcoreano, designándolo oficialmente como el primer combatiente contra el coronavirus; otro estruendo fallido y fatigoso para el papá de todos los mayimbes cubanos.
Menos mal que la mayoría de los cubanos lee el órgano oficial y demás espacios dedicados a la continuidad del tumbe, como espacios de ese humor trágico que se ha adueñado del Palacio de la Revolución desde que el Comandante en Jefe se refugió en Punto Cero, aunque donó su fantasma para que los jodedores se entretengan mientras destruyen el porvenir.
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