Está en Netflix. Para los amantes del ballet puede ser una exquisitez.
WHENDY WHELAN, ha bailado por más de treinta años en el New York City Ballet.
Conoció a GEORGE BALANCHINA, trabajó con JEROME ROBBINS y hubo un tiempo en que el genial bailarín MIJAÍL BARYSHNIKOV, la catalogó como "la mejor".
Mas, en la cúspide de su carrera y fama, como bailarina principal de esa prestigiosa compañía, el cuerpo le hizo experimentar una mala pasada.
Por primera vez tuvo entrar a un quirófano para una operación de cadera y luego de salir de eso, más su dura recuperación, tuvo que asumir un momento aún más triste: su retiro.
Este es un emotivo y tierno documental, en el que se baila bien poco, para lo mucho que su personaje protagónico bailó durante toda su vida.
Pero, en el que enseña ese mundo de fantasía que se muestra sobre el escenario, por dentro.
Más bien, por detrás.
Los dolores físicos, los desencuentros artísticos, la soledad luego del aplauso, el continuo renacer.
¿Cómo decirle adiós a algo que se hace desde la más tierna infancia, con temprana responsabilidad y que ha sido la cotidiana razón de vivir?
¿Cómo reinventarse y crecerse ante las adversidades que se van presentando en el camino?
Durante todo un largo período, la cámara acompaña el desempeño de una artista que -como a todos los que adorna esa sublime condición- no quiere, ni le interesa, ni piensa nunca en parar.
Particularmente atractiva resulta, casi al final, una coreografía creada especialmente para ella y esa su "última noche" -que no lo es tal, pues ha seguido bailando, en otros escenarios y proyectos- por dos coreógrafos a la vez.
Y también, lo originales créditos finales, usando fotos subidas a la página de Instagram de la famosa intérprete.
Entretiene y relaja.
Educa y cultiva.
No deje de apreciarlo.
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