Una doctora cubana que trabajó de misión en Venezuela denunció que los cooperantes no cuentan con seguridad de ningún tipo ni en ese ni en ningún otro país con los que Cuba mantiene convenios de colaboración.
Surizaday Fernández, quien reside en Estados Unidos, fue entrevistada por CiberCuba acerca de la inseguridad y los riesgos que enfrentan los médicos cubanos que integran esas brigadas.
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Fernández relató que en el año 2014 o 2015 ella vivió una situación de grave peligro, debido a un tiroteo que se produjo entre los presos de una cárcel de máxima seguridad, llamada la PGB, y los oficiales de una base militar, ambas instalaciones ubicadas muy cerca del lugar donde ella trabajaba.
"Por esas casualidades de la vida que yo no entiendo en Venezuela pero que suceden, se perdieron 73 granadas. (...) A esa PGB no se sabe cómo fueron a parar las famosas granadas, en manos de los presos, que además, eran presos que tenían armas", dijo.
"Los militares, con aquello de poderles quitar las granadas, cercaron la prisión. Y eso fue: nadie entra, nadie sale, pero eran tiros de los presos a los militares y de los militares a los presos", describió.
A pesar de la gravedad del hecho, a los médicos cubanos se les ordenó continuar trabajando y dejar las puertas de su centro abiertas, porque si llegaba algún herido debían recibirlo y darle atención.
"Pero no teníamos seguridad ninguna", recalcó.
La doctora recordó que diariamente ella debía caminar dos cuadras desde su casa al trabajo por la misma acerca donde se encontraba la cárcel.
"En mi casa, en una ocasión las balas me pasaron por encima de mi cabeza. Y tú se los decías (a los jefes de la misión), y no pasaba nada. Tienen que seguir trabajando, tienen que seguir allí. Y nadie tuvo la decencia ni siquiera de seguir: 'Ustedes tienen que seguir ahí, pero nosotros vamos con ustedes", cuestionó.
Fernández detalló que su vivienda estaba en una base de misión, construida con una especie de armazón de aluminio y relleno, y las ventanas de cristal muy fino con unos seguros muy endebles.
"A muchas colaboradoras les sucedió que estaban en bases de misiones y las violaban, y como todas las misiones cubanas, siempre buscaban la manera de culpar a la colaboradora de que la violaran. Ellos nunca iban a admitir que a la colaboradora la violaron porque la casa donde la pusieron no tenían seguridad ninguna, porque todas esas casas están en zonas roja, que son las zonas de máxima peligrosidad están en Venezuela", precisó.
"Ellos nunca iban a reconocer que fue por culpa de ellos que te sucedió algo. Siempre buscaban la manera, el mecanismo diabólico de culpar a una persona de lo que le sucedió", aseguró.
CiberCuba también conversó con la doctora cubana Tatiana Carballo, que cumplió misión en Belice, Brasil y Venezuela, y que más de una vez debió trabajar con una pistola apuntándole a la cabeza.
"Estando en un CDI del Estado Trujillo, durante unas fiestas patronales recibí a una pareja que había sido baleada. ¿Qué crees que pasó? Entró una banda de malandros (término con el se define a los delincuentes), apuntándonos con pistolas a los médicos y nos dijeron que si uno de los dos heridos se morían, matarían a todo el personal", contó.
La especialista manifestó que las personas encargadas de velar por su seguridad no tenían ningún instrumento de protección para cuidarla.
"En ese minuto tu vida está en peligro y a merced de lo que se le ocurra a esas personas y muchas veces no haces tu trabajo correctamente porque estás bajo la presión de que te pueden matar", apuntó la especialista.1
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