Crónicas del acuartelamiento en San Isidro. Viernes 20 de noviembre

El 9 de noviembre de 2020 el rapero cubano Denis Solís fue detenido por la policía y, dos días después, sometido a juicio sumario y condenado a ocho meses de cárcel por el supuesto delito de desacato. Ello provocó la movilización del Movimiento San Isidro, al que el músico pertenece, para reclamar su liberación. El 16 de noviembre, varios de los integrantes de la organización y otros solidarizados con la causa se plantaron en su sede en Damas 955, en La Habana Vieja, y el 18 decidieron comenzar una huelga de hambre, algunos también de sed, para exigir la puesta en libertad de Solís. La activista y reportera de CiberCuba Iliana Hernández, una de las huelguistas, recuerda los hechos en sus "Crónicas del acuartelamiento en San Isidro".


Este artículo es de hace 3 años

48 horas en huelga de hambre. Continuaba durmiendo en la primera planta, donde único había un colchón con los muelles sueltos.

Dormía junto a Omara. Ella estuvo todo el tiempo pendiente de que no me faltara el agua. Yo intentaba estar bien hidratada, bebía poco más de dos litros de agua al día.


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El estómago me dolía del hambre pero no quería pensar en eso. Me despertaba con mucha debilidad y, según avanzaba el día me sentía un poco más fuerte; subía y bajaba las escaleras con mucha calma, para no agitar el cuerpo.

Acostumbrada a ducharme dos veces al día, tuve que cambiar el hábito a hacerlo una sola vez y con un cubo de agua.

Desde arriba veía el movimiento de los demás. El manitas del grupo que todo lo arreglaba era Osmani. A pesar de estar también en huelga de hambre, se ocupaba de cualquier cosa que necesitábamos y en un momento, con unos cables, madera y algo de aluminio, hizo un calentador para no tener que estar calentando el agua en ollas.

Éramos 15 personas compartiendo el baño. La ventaja de estar en huelga de hambre es que, al no ingerir sólidos, no haces las necesidades fisiológicas humanas normales; solo iba al baño para orinar y para bañarme usando un jarrito de agua. Como yo, estaban todos los demás que hacían huelga de hambre.

Afuera, la Seguridad del Estado, intentando que saliéramos de la casa, se inventaba cualquier excusa; visitaba a los familiares para que nos convencieran de salir, porque supuestamente no nos iba a pasar nada.

En huelga quedábamos ocho personas de las nueve que empezamos, y este día Humberto Mena decidió abandonar la suya y marcharse. Recibió una mensaje de que su abuela estaba ingresada. Él había llegado hasta allí en moto y cuando se fue salió sin ser detenido, pero cuando llegó a su casa fueron los represores de la Seguridad del Estado y fue interrogado por varias horas.

Nosotros denunciamos que lo hubieran detenido, ya que habían dicho que el que saliera no le iba a pasar nada, pero como siempre estas personas no son nada serias y rompen su palabra, aprendieron del mayor estafador, Fidel Castro, que prometió restituir la Constitución del 40 y cuando llegó al poder rompió todas las promesas.

Desde el exterior seguían llegando las ayudas para poder burlar la censura de internet, y así pasábamos el día buscando la manera de conseguir tarjetas SIM para estar conectados.

Curiosamente, al único que no le cortaban el servicio era a Luisma y lo que hacíamos era conectarnos a su internet, cuando nos bloqueaban todas las entradas.

Nunca entendimos por qué lo hacían, nos quitaban el Internet a todos menos a él; como siempre, jugando con la vida de los demás a su antojo, como si fuéramos fichas de un tablero de ajedrez. Así tratan a las personas estos delincuentes indeseables que ostentan el poder hoy en Cuba, pero nosotros estábamos en el único lugar donde había libertad en Cuba, en San Isidro, cuestionando a ese poder maligno y mostrando al mundo la realidad que se vive aquí.

Llegó la noche. Algunos vecinos se colaban en la casa y nos contaban cómo estaban los movimientos en el exterior.

La Seguridad del Estado aumentaba el cerco policial, todo alrededor estaba acordonado. Decían que los represores estaban agotados, se veían cansados, nerviosos, sin saber cómo lidiar con todo lo que estaba pasando.

Se había convocado a una manifestación para el domingo en el Parque Central, y había muchas personas dispuestas a ir.

Todas las personas que tenían alguna relación con los que estábamos en el interior de la casa eran vigiladas y amenazadas por agentes de la Seguridad del Estado.

Aún no calculábamos la dimensión de lo que habíamos hecho desde la casa de Damas 955.

Luisma aún podía estar de pie, estaba fuerte, al igual que Esteban y Maykel, que eran los que más preocupaban porque sus huelgas eran de hambre y sed.

Esa noche pudimos dormir sin ningún contratiempo.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Iliana Hernández

Iliana Hernández Cardosa (Guantánamo, 1973). Deportista, bailarina, pequeña empresaria y activista. Colaboradora de CiberCuba en La Habana.


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