En noviembre pasado, según datos de la ONEI, entraron en Cuba 51,116 visitantes internacionales, la cifra mensual más elevada desde marzo de 2020 cuando se produjo el comienzo de la pandemia del COVID-19, cerrándose los mercados de turismo a nivel mundial. No obstante, hay que reconocer que en diciembre de 2020 se recibieron alrededor de 64,000 visitantes, una cifra que después no tuvo continuidad al volver a crecer la pandemia a nivel mundial y decretarse nuevos confinamientos.
Por ello, el dato del pasado noviembre se tiene que valorar de forma positiva, pero sin estridencias. Con respecto al mes anterior, noviembre supuso un crecimiento del 120,9%, también el más elevado en casi dos años. Si se compara con el mismo mes de 2020, el crecimiento alcanzó en este caso un 82,7%, pero si se realiza la comparación con el acumulado hasta noviembre, el dato de 2021 se encuentra un 69,1% por debajo del producido en el año anterior. Una de cal y otra de arena.
El régimen comunista cubano había apostado fuerte al 15N como fecha de reapertura del turismo en la isla, pero los resultados dejan mucho que desear y conviene ser prudentes, ya que la nueva variante ómicron del COVID-19 está causando estragos en los principales mercados de procedencia, y no parece que a corto plazo vayan a mejorar los datos. Esto significa para Cuba que la campaña de turismo invernal, en la que se habían depositado grandes esperanzas, se puede volver a ir a bolina, sin remedio.
A estas alturas del año, y suponiendo que en diciembre de 2021 se produzca un resultado similar, o quizás algo mejor al del mismo mes del año anterior, se tendría un balance final del turismo en Cuba en torno a 500,000 visitantes, con los que se cerraría este complicado año. En el Gráfico 1 se presentan las tendencias.
A resultas de ello, el resultado sería un 54% menos que en 2020, que ya fue un año negativo en que el turismo cayó un 74,6% con respecto a 2019. Dicho, en otros términos, en dos años, el turismo en Cuba habrá descendido más de un 130% acumulado, dejando muy atrás en el tiempo aquellos objetivos fijados por las autoridades de 5 millones de turistas.
Y no solo han cambiado los datos absolutos, también se han producido transformaciones estructurales que conviene tener en cuenta. Así, Canadá ha dejado de ser el principal emisor de turismo a Cuba en 2021 y en su lugar, aparece Rusia, ocupando el primer puesto y un crecimiento del 195%. La comunidad cubana en el exterior también aparece ocupando las primeras plazas y surge un turismo procedente de Filipinas con un crecimiento del 55%, si bien con cifras absolutas modestas.
Estos datos sirven para reflexionar cómo ha ido a un competidor turístico cercano a Cuba, cercano geográficamente hablando, porque no existe otro paralelismo más. Se trata de República Dominicana. En el Gráfico 2 se presentan las cifras del turismo de este país.
En 2021 si no se tuerce diciembre, que no lo parece, llegarán a ese país, más de 5,5 millones de viajeros, una cifra que supone un 104% más que en 2020, cuando se produjo el valor más bajo desde 2019. Y si se toma este año anterior a la pandemia del COVID-19 como punto de referencia, el turismo en 2021 ha descendido apenas un 22,2% con respecto a ese año. República Dominicana, incluso con la pandemia haciendo estragos, se reafirma como potencia turística y deja atrás a Cuba, que parece no saber por dónde ir.
El éxito de unos (República Dominicana) y el fracaso de otros (Cuba) en materia de actividad del turismo obedece a numerosos factores económicos, políticos, sociales, jurídicos y de gestión empresarial, cuya incidencia en el resultado final es determinante.
El Gráfico 3, que se presenta en números índices (con 2019=100), permite contrastar cómo mientras el turismo de un país sube (República Dominicana), el otro baja (Cuba) en el corto período de los tres años que transcurren entre 2019 y 2021.
La brecha entre los dos países se incrementa de forma muy notable en 2021, un año en que el turismo se encuentra sometido a las tensiones provocadas por el COVID-19 a nivel mundial.
Los dirigentes del turismo en Cuba deberían tomar buena nota de estas tendencias dispares, porque, de buen seguro, las empresas internacionales que gestionan los activos estatales del régimen en la isla, también lo estarán haciendo. Y de su análisis probablemente concluyan que la apuesta por el turismo en Cuba, que lleva tantos años luchando por ocupar un sitio dominante en el mercado del Caribe y sobre todo en invierno, se está debilitando progresivamente, y no da para más. Tal vez llegue el momento de levantar el vuelo hacia otras zonas más solventes, rentables y sostenibles.
Algunos pueden pensar que el modelo del turismo castrista, basado en la participación del régimen con la “acción de oro” en los negocios de explotación con sus consorcios y empresas internacionales, puede haber llegado a su fin, y morir de éxito, antes de implementarse del todo.
Si el turismo ideado por Fidel Castro a comienzos de los años 90 tuvo como principal objetivo recaudar divisas para las arcas del estado, de modo que actuase como un mecanismo extractivo de fondos que fueran destinados a los más disímiles objetivos (como en los tiempos de la URSS o más reciente del petróleo venezolano), es evidente que dicho modelo ha fracasado de forma estrepitosa y se tiene que repensar cuanto antes. Porque no tiene sentido alguno que el estado comunista cubano dedique más y más recursos, de lo que no tiene, a construir habitaciones en hoteles, si luego el turismo no viene a Cuba.
La respuesta la ha dado el ejercicio de 2021, mostrando que el modelo de referencia está en República Dominicana, que ha acertado plenamente a la hora de definir la política de turismo como una política de estado, en la que no existe la menor injerencia de las autoridades en las decisiones empresariales, sino que se ha realizado una apuesta moderna y eficiente por la cooperación pública y privada en el sector, con absoluto respeto a los derechos de propiedad de los ciudadanos dominicanos que quieren apostar por negocios privados en el sector. Los dirigentes del turismo castrista tienen que transitar por el mismo modelo si quieren tener éxito. El modelo cubano está obsoleto.
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