El 45º Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, símbolo histórico de la cultura cinematográfica en la región, se ha visto seriamente afectado por los continuos apagones que afectan a la capital cubana. Una de las películas más esperadas del evento, "Matar a un hombre", dirigida por Orlando Mora Cabrera, no pudo proyectarse debido a fallos en el suministro eléctrico, generando una ola de críticas en redes sociales y entre los asistentes.
El director expresó su frustración ante la falta de condiciones adecuadas para la celebración del festival, que ha enfrentado dificultades organizativas y técnicas. A pesar de las promesas de reprogramación por parte de los organizadores, el público, incluidos invitados internacionales, ha manifestado su descontento por la precariedad en que se desarrolla uno de los eventos culturales más destacados del país.
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La actriz y cineasta Kiriam Gutiérrez, integrante del equipo, expresó su indignación tras la cancelación de dos proyecciones de la película debido a los apagones, y calificó el festival como una "vergüenza de organización".
hay que mirar los ojos de muchos cineastas cubanos y extranjeros en este oscuro festival.
En un apasionado post en redes sociales, Gutiérrez denunció: “¿Por qué insisten en hacer un festival internacional de cine sin las mínimas condiciones, servicio eléctrico, cines, equipos e instalaciones adecuadas? La tarima, los quioscos, los baños públicos móviles que pusieron en plena avenida 23 en las puertas del ICAIC son realmente una afrenta al festival que tuvimos. El hedor a orine y heces fecales mezclado con aroma de pollo frito llegaba a las puertas del oscuro cine 23 y 12”.
La cineasta también señaló que parte del equipo de la película, formado en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV), viajó desde otros países para el estreno, lo que acrecienta el sentimiento de frustración: “Ese todavía es nuestro sueño, el sueño de muchos cineastas, que su tierra disfrute del cine. Esta película ya se estrenó en el festival internacional de Lisboa y el festival internacional de Guatemala, pero La Habana y Cuba han abortado nuestro cine. Vergüenza de festival, vergüenza de organización, vergüenza de institución. Todavía se preguntan por qué no callamos. Porque nos duele el cine, porque nos duele el arte, porque nos duele Cuba”.
En contraste, el estreno de los dos primeros capítulos de la serie "Cien años de soledad", basada en la obra de Gabriel García Márquez y producida por Netflix, logró llevarse a cabo en el cine Yara, atrayendo una multitud entusiasta. No obstante, este evento exitoso contrasta con las dificultades logísticas y técnicas que han afectado a muchas otras producciones del festival.
Los apagones, confirmados por la Unión Eléctrica, se deben a un déficit en la generación energética, lo que ha impactado no solo en la vida cotidiana de los habaneros, sino también en eventos de gran relevancia cultural, como el festival. La noticia sobre salideros de gas y cortes eléctricos en solares de La Habana refleja la precariedad en la que muchas familias también deben sobrevivir.
El Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, que durante décadas fue un símbolo de orgullo cultural y una plataforma para el cine latinoamericano, parece haber sufrido el mismo final que tantas otras cosas en Cuba: deterioro, precariedad y falta de recursos.
Lo que alguna vez fue un referente internacional ahora lucha por mantener su relevancia en medio de condiciones que no están a la altura de su historia ni de su legado. Mientras tanto, artistas y cineastas alzan su voz para recordar lo que este festival significó y lo que aún podría significar, si se priorizara el arte y la cultura como una vía para revitalizar la esperanza en una Cuba marcada por la crisis.
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