(Ernesto Morales)- El periodista y político cubano Max Lesnik, residente en Miami desde 1961, ha concedido una entrevista a CiberCuba, a propósito de la designación de Miguel Díaz-Canel como nuevo presidente de la Isla.
Max nació en Camajuaní, Villa Clara, en 1930. En su juventud fue militante de la Juventud Ortodoxa y conoció personalmente a Eduardo Chibás y a Fidel Castro. Más tarde se incorporó a la lucha contra Fulgencio Batista. Casi 60 años después de haber abandonado Cuba, sigue refiriéndose al régimen cubano como una “revolución” y ve la llegada al poder de Díaz-Canel como una sucesión generacional natural, debido a que “la biología impone cambios”.
Según él, la principal dificultad que enfrenta el nuevo mandatario cubano es la política agresiva del gobernante Donald Trump.
A estas alturas, al presidente de la llamada coalición Alianza Martiana le maravilla la composición étnica y generacional del actual gobierno, donde más del 59% de los cargos públicos son ostentados por mujeres. “Eso era impensable antes”, dijo.
Para él, los cubanos solo tienen una única alternativa: o Díaz-Canel o lo que hay “del otro lado”: Marco Rubio, el batistiano Díaz-Balart y Ninoska Pérez, hija de unos de los coroneles que ejerció la más burda represión antes de 1959.
“Lo que hay aquí es el Miami cubano de la trampa, la delincuencia, la estafa, las fortunas hechas de mala forma. ¿Eso es lo que vamos a llevar a Cuba para resolver los problemas de la patria de José Martí?”, preguntó al periodista.
Ese mismo análisis lo lleva a justificar la actuación del grupo de personas que, supuestamente en nombre de la sociedad civil cubana, ofrecieron un bochornoso espectáculo en la reciente Cumbre de las Américas, en Perú.
“Si es cierto que a ellos les pagó el gobierno cubano, creo que es mejor que me pague el gobierno de mi país a que me pague un gobierno extranjero”, señaló.
En su opinión, es totalmente válido que Raúl Castro le haya cedido el poder a quien mejor le pareció, en lugar de “dejarlo todo al arbitrio de una supuesta democracia de la urna, donde lo que gana el poder son los intereses especiales”.
“Si hay otros líderes con condiciones, los veremos emerger. Lo que se está planteando y la gente no entiende, es que se está abriendo en el futuro cubano un sistema más abierto y democrático”, afirmó.
Lo que no concibe Max Lesnik es que en Cuba existen opositores que no reciben dinero del gobierno estadounidense. Según él, el congreso no debe incluir miembros con ideas contrarias al régimen actual, porque la disidencia cubana está irremediablemente unida a Estados Unidos. “En la práctica son instrumentos de la política exterior de ese país”, insistió.
En cuanto a la Constitución, está de acuerdo en que requiere modificaciones, aunque es partidario de una convención constituyente en la que participen todos los cubanos, que dé como resultado un nuevo parlamento.
En su criterio, la Carta Magna debe reconocer también los derechos de los nuevos propietarios de negocios, que no están reflejados en el texto de 1976, el cual regulaba aspectos que no eran más que sueños idealistas imposibles de materializar en la práctica.
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