Entre los atrasos de la cuota, entregas parciales, avisos de que viene llegando y decepciones porque no llega, los bebedores de café en Cuba sufren un calvario que les priva del antropológico “buche” que les da la energía necesaria para soportar un día en medio de la crisis.
Un ejemplo reciente del galimatías cafetalero del régimen cubano lo ofreció el periódico oficialista Vanguardia de Cuba, que mezcló supuestas buenas noticias con malas para informar a los villaclareños que hay café... pero no hay.
“La Torrefactora tiene café, pero espera la asignación de chícharos para su mezcla y reiniciar las producciones”, indicó el medio en sus redes sociales, hundiendo aún más la nula credibilidad del gobernante villaclareño Miguel Díaz-Canel con semejante justificación.
Para adormecer previamente a los cafeteros, el medio oficialista informó primero de las “buenas noticias”. Según Vanguardia, “comenzará, en las próximas horas, la distribución de 20 onzas de frijol para cada consumidor, correspondientes a la canasta básica de febrero y marzo”.
Sin rubor alguno, el medio continuó su nota con más “buenas noticias”, a saber, que “también acaba de arribar la primera de las varias ferro-cisternas que se esperan para entregar la cuota de aceite de este mes”.
Unidades de medida como “varias ferro-cisternas”, sin que se mencione su capacidad; o unidades espacio temporales como “canasta básica de febrero y marzo”, son utilizadas por los presuntos periodistas oficialistas cubanos para referirse a una realidad para ellos innombrable: el colapso del Estado paternalista construido por el régimen totalitario cubano.
El “contrato social” que significaba la Libreta de Abastecimiento, que durante décadas sirvió a los propósitos propagandísticos del régimen cubano, garantizando una supuesta “equidad” y seguridad alimentaria, se ha venido abajo con el gobierno de la llamada “continuidad”.
No hace ni veinte días el ministerio de Comercio Interior (MINCIN) informaba en su canal de Telegram que se estaba descargando “un buque de chícharos en el puerto de La Habana, con destino a la canasta familiar normada”.
Sin embargo, parece que el chícharo no alcanzó para mezclar el café que sí tienen los villaclareños (hay que mezclarlo sí o sí, porque el café solo es como la langosta: si los cubanos lo consumieran, los niños no tendrían leche que tomar, aunque…).
Agradecidos deben estar los cubanos a la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, que consiguió desembarcar chícharos en el puerto de La Habana, porque es universalmente sabido que en invierno se congelan los ríos en Canadá, afectando a las importaciones de chícharo que hace su ministerio.
“Son dinámicas que la población no conoce”, explicó Díaz Velázquez desde su privilegiado puesto de ministra de un pueblo hambreado por el comunismo y el racionamiento. Una población que ya no tiene ni cuota de café, gobernada por una panda de inútiles y corruptos que no tienen ni pizca de vergüenza.
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