En el imaginario caribeño, donde la realidad a menudo supera a la ficción, se nos presenta la crónica de un sueño tan irrealizable como convertir al Granma, símbolo de la verborrea oficialista, en el periódico digital más leído de Cuba. Las calles de la isla, siempre fervientes y rebosantes de opiniones, se han convertido en el escenario de una tragicomedia en la que los protagonistas, lejos de ser actores contratados, son los propios cubanos, armados con el ingenio que les caracteriza y una dosis saludable de sarcasmo.
En este peculiar universo, donde las declaraciones de Díaz-Canel son recibidas con la misma incredulidad con que se miraría un puerco volando, el Granma aspira a ser el "multimedio" por excelencia, atraer a la juventud y destacar por su "originalidad e innovación". Sin embargo, la reacción popular no se hace esperar: "Cómo de costumbre, manipulación y adoctrinamiento" exclama José Picapiedra, mientras Yaset Benítez implora por "un periodismo que refleje la realidad", en un comentario que desencadena un aluvión de respuestas que evidencian la desconexión entre el pueblo y las páginas del Granma.
El comentario de Julian Alfonso García, que se alza como el faro de la crítica con la mayor cantidad de likes, denuncia al Granma y otros medios estatales como un conjunto de "adorables mentiras". Por su parte, Osvaldo Viera, con su humor característico, sugiere nombres alternativos para el noticiero y el Granma, pintando un cuadro de descontento y escepticismo generalizado.
La comunidad cubana, lejos de quedarse en el mero reclamo, transforma su frustración en humor, utilizando los comentarios como un escenario para la sátira. "Vendan bastante así la gente puede resolver para limpiarse el C… que ni papel hay ahí", propone Maikel Carrillo, haciendo referencia a una de las funciones más citadas del periódico. Este coro de voces disidentes, que van desde el desdén por la "selva" que Díaz-Canel ha perpetuado, hasta la propuesta de Zybrinko Medeskojono de esperar a que el Granma hable de "emprendimiento personal y crecimiento" para comenzar a leerlo, teje una narrativa de descontento y burla hacia la situación actual del periodismo en Cuba.
"Es increíble la capacidad de descaro e indiferencia a los problemas del pueblo," critica Rodolfo Barroso, expresando la frustración generalizada. "Nadie lee eso, el periódico las personas lo cogen para limpiarse," añade Đe Armas Queen, destacando un uso alternativo para el diario oficialista. "Patriavida," repite Yuniervis Herrera en un mantra de esperanza y desafío. "Con qué papel van a hacer periódicos," se pregunta Adelaida La Rosa, señalando la escasez de recursos básicos. "El mas leído a la hora de c***, este consorte no se aburre de hablar guanajadas," sentencia Pedro Pérez, capturando con su agudeza el escepticismo y la burla que envuelve la percepción del Granma entre los cubanos.
En conclusión, mientras Díaz-Canel sueña con un Granma reinventado y relevante, el pueblo cubano, con su irreverente sabiduría, ya ha dictado su veredicto. En una isla donde el humor y la ironía son a veces las únicas armas disponibles contra el absurdo, la propuesta del mandatario se recibe no como un plan de acción, sino como el guion de una comedia que ya todos han visto.
Este texto se ha elaborado basándose en los comentarios tomados de un post en la página de CiberCuba Noticias, dando vida a un artículo que, a través de la ironía y el humor, refleja el pulso de la calle y la opinión de un pueblo que, aunque asfixiado, no ha perdido la capacidad de reírse de sus propias desgracias.
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