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Mónica Baró no entiende a quienes analizan la situación de Cuba sin mencionar la represión y la violencia política

“Me quedo perpleja cuando leo análisis que parecen escritos en los años setenta”, comentó la periodista

La periodista Mónica Baró y Luis Robles Elizástegui © Facebook / Iliana Hernández - Captura de video / Luis Robles Elizástegui
La periodista Mónica Baró y Luis Robles Elizástegui Foto © Facebook / Iliana Hernández - Captura de video / Luis Robles Elizástegui

Este artículo es de hace 3 años

La periodista independiente Mónica Baró confesó que “alucina” con aquellos que analizan la realidad política de Cuba evitando usar palabras como represión, violencia política u otras que incomodan a las autoridades del país y a sus simpatizantes.

“Yo, en serio, alucino, veo elefantes voladores, con quienes logran hacer análisis supuestamente críticos de Cuba sin mencionar las palabras represión, violencia política, discriminación por motivos políticos, entre otras”, declaró la periodista en un post publicado en su página de Facebook.

Reconociendo la dificultad a la hora de definir el sistema político imperante en Cuba, la periodista calificó de inconcebible que algunos soslayen cuestiones que están en la médula de cualquier debate sobre la realidad cubana, ya sean políticas, económicas, históricas, filosóficas o sociológicas.

“Entiendo las controversias para definir el sistema político cubano: las posturas que dicen que dictadura, las que dicen que autoritarismo, las que dicen que revolución, las que dicen que totalitarismo. Creo que es incluso posible hablar críticamente de Cuba sin tener que definir con una categoría su sistema social”, admitió la periodista.

Sin embargo, lo que resulta extraño es realizar cualquier esfuerzo intelectual por comprender críticamente la realidad cubana eludiendo aquellas manifestaciones o indicadores que arrojan luz sobre el comportamiento de la sociedad y sus condicionantes a nivel sistémico. Da igual si el ron se llama Bacardí o Havana Club, lo que no se puede obviar a la hora de describir sus propiedades organolépticas es que están hechos a partir de la caña de azúcar, contienen cerca de 40 grados de alcohol y, según las cantidades, pueden producir desinhibición, borrachera o resaca.

En el caso de la realidad política de Cuba, según Baró, da igual si es una dictadura, una autocracia o un régimen totalitario, pero lo que no se puede dejar fuera de un análisis crítico es la persecución y represión del disenso, la falta de libertad de expresión, o el régimen de terror que se articula a lo largo y ancho de la institucionalidad del Estado cubano contra todo aquel que no se pliegue a las sacrosantas verdades de la mística revolucionaria.

“Hay que tener un gran talento para producir pensamiento político sobre Cuba y no hacer la menor alusión a los decretos 349 y 370, al Movimiento San Isidro, a los más de cien presos políticos, a las más de 200 personas reguladas, a las restricciones para ejercer las libertades civiles, a los actos de repudio, a las campañas de difamación en medios estatales”, expresó la joven periodista.

En su post, la periodista no especificó a quién o quiénes se refería, pero aludió a “esos grandes pensadores [a los que] la realidad les diera asco, o miedo, o las dos cosas”.

“Tú les lees y sientes que vas saltando de nube en nube, de nube en nube”, sugirió la periodista, que destaca por el peso de sus reflexiones. Estos intelectuales, se preguntó, ¿en quién piensan cuando escriben sus etéreas elucubraciones?

“¿Se dirigen a los dirigentes cubanos, porque piensan que son el sujeto histórico que debe impulsar los cambios en Cuba, [o] se dirigen a otros pensadores que piensan igual y les dan la razón, porque piensan igual?”, continuó cuestionando. ¿O será que “se dirigen a la vieja izquierda latinoamericana que vive diciéndonos a los cubanos que ‘nosotros no sabemos lo que tenemos’, aunque no sean capaces de vivir como los cubanos”?

“No sé. A lo mejor soy yo la del problema. Pero de veras me quedo perpleja cuando leo análisis que parecen escritos en los años setenta”, sentenció Baró.

Su reflexión suscitó varios comentarios en la red social. El profesor universitario Ted Henken le compartió: “Para muchos de la izquierda, Cuba no es un país con ciudadanos que piensan por sí mismos, sino una idea, un antídoto para todos los males del mundo (¡menos los de Cuba!)”.

Por su parte, el periodista y escritor Reinaldo Escobar Casas le comentó: “Estás completamente en lo cierto. A veces pienso que a algunos pensadores críticos, especialmente a los menores de 40 años, les parece ‘cheo’ mencionar la represión, condenar los actos de repudio o las regulaciones de viaje. Da la impresión que no quieren mancharse para ganarse el derecho a criticar sin ser acusados de mercenarios”.

“Te lo voy a explicar de una forma muy sencilla”, le contestó la investigadora María Caridad Cumaná. “Si son académicos no quieren perder la posibilidad de entrar a la Isla e ‘investigar’ en Cuba, con unos enormes dineros que le dan en sus países para esa investigación cuyo resultado a veces es eso que lees. Si escriben muy ‘críticamente’ sobre Cuba, los que los autorizan para entrar a realizar sus investigaciones, que son funcionarios del gobierno cubano, no los dejan entrar más. Fin del cuento”.

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