El coronavirus acaba de matar en La Habana a Félix Baranda Columbié, uno de los jefes de la Contrainteligencia Militar (CIM) y hombre clave en la cacería desatada por Raúl Castro contra Arnaldo Ochoa, aunque luego pagó por su traición, sufrió prisión domiciliaria y desprecio de antiguos compañeros de armas.
La muerte de Félix Baranda Columbié, que el Minfar y la prensa a sueldo de la casta verde oliva y enguayaberada, han tratado de blanquear omitiendo datos esenciales de su biografía, deja a Raúl Castro como el único sobreviviente de la cacería desatada contra Arnaldo Ochoa Sánchez y el Ministerio del Interior, forjado por Ramiro Valdés y la célula militar del prosoviético Partido Socialista Popular, dirigida por Ramón Nicolau.
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Baranda Columbié fue quien ordenó un Registro secreto en casa del Capitán Jorge Martínez Valdés, ayudante de Ochoa, a quien encontraron una carta de Pablo Escobar a su jefe; recibos de un hotel en Medellín y de pasajes aéreos entre La Habana y esa ciudad colombiana, pasando por Panamá; gesto que enfadó a los generales Carlos Fernández Gondín, Abelardo Furry Colomé Ibarra, Raúl Menéndez Tomassevich y otros altos jefes militares, que arrastraban broncas con los Casas Regueiro, desde la Sierra Maestra.
La decisión de entrar en casa de Martínez Valdés sin una orden judicial obedeció a una maniobra orquestada por el también fallecido General de Cuerpo de Ejército Julio Casas Regueiro, que guardaba una vieja afrenta personal de Ochoa y, aprovechando un viaje al extranjero del entonces jefe de la CIM, Carlos Fernández Gondín, hizo el encargo a Félix Baranda Columbié, con quien conservaba amistad desde la época del II Frente Oriental Frank País, ambos a las órdenes de Raúl Castro.
Cuando Fernández Gondín supo de la deslealtad de su segundo, lo mantuvo en su puesto en el organigrama, pero vaciándolo de contenido operativo real, encargándole entonces que gestionara terrenos baldíos del MINFAR, donde producir comida para unidades de la CIM, incluida una vaquería; viajando por toda Cuba, a bordo de un jeep soviético Niva y sintiéndose vigilado, recuerdan militares en la reserva, que vivieron la caída en desgracia de Félix Baranda Columbié.
Pero Furry, Fernández Gondín y Tomassevich no se quedaron conformes y lograron meter en prisión domiciliaria a Félix Baranda Columbié por supuestos malos manejos económicos, conformando un expediente secreto que lo sacó de la estructura de poder militar y lo recluyó en su apartamento de Kholy, que hace unos años vendió para comprarse otro más pequeño, alejándose del barrio habitado por militares y jerarcas, según antiguos vecinos.
Aquel hallazgo documental en casa del capitán Jorge Martínez fue clave para vencer las vacilaciones y miedos del entonces ministro de las FAR, Raúl Castro, que había protegido a Ochoa hasta entonces, pero que tirando del hilo descubrió que podía usar los nexos entre el más charlatán de los generales, al que siempre tengo que llamarle la atención porque nunca se sabe si habla en serio o en broma, con el coronel Tony de la Guardia para apoderarse del MININT, su viejo y caro sueño.
La trayectoria del entonces ministro del Interior, José Abrantes Fernández y su cercanía con Fidel Castro eran también un obstáculo notable en los planes de Raúl Castro, pero el diseño de la cacería Ochoa-La Guardia, con la decisiva participación de Baranda Columbié, facilitó la conspiración raulista para liquidar al Minint y al hombre que había consagrado su vida a cuidar la del Comandante en Jefe.
Una vez consumado el fusilamiento del Minint, los jefes raulistas coparon el organismo al que fueron destruyendo operativamente con fracasos estruendosos como la caída de Ana Belén Montes y los cinco espías; los atentados con explosivos en hoteles de La Habana; y el estallido social del 11J, que nos sorprendió a todos, según confesó el general Fabián Escalante Font.
Ecured no contiene una entrada sobre Félix Baranda Columbié, que tampoco fue entrevistado por Luis Báez para su libro Secretos de Generales, espacios donde tampoco aparece su hermano Ladislao, que murió en 2011, sin vinculación con la Contrainteligencia militar porque siempre se dedicó a la DAAFAR.
Antes, había muerto el resto de los complotados contra Arnaldo Ochoa Sánchez, incluidos Julio Casas, Fidel Castro y Julio Fernández; por ese orden, aunque ninguno de coronavirus, como ha pasado con Félix Baranda Columbié, y otros siete generales en la reserva y uno en servicio activo, Agustín Peña, hasta hace poco jefe del Ejército Oriental y miembro de la promoción de camilitos y cadetes raulistas con mentalidad prosiria.
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