Han sido más de 300 personas, incluidos niños, los que han tenido que enfrentar tratamiento por el conocido como Síndrome de La Habana, según reveló un informe emitido por la Oficina de Responsabilidad Gubernamental de Estados Unidos.
Un total de 334 personas, entre los que se encuentra personal militar en servicio activo, empleados federales actuales y anteriores, de otras agencias y sus familiares, han llegado a calificar para recibir atención en el sistema de salud militar de los Estados Unidos.
Aún así, los afectados, que no son exclusivos de la capital cubana, sino que se ha detectado en otras partes del mundo, enfrentan los problemas para recibir su tratamiento, dice un reporte de El Nuevo Herald.
El periódico estadounidense señala que la mayoría de los funcionarios afectados provienen de agencias de espionaje y del Departamento de Defensa de ese país norteño.
En ese sentido, la cifra, hasta abril de 2024, es de 257 trabajadores civiles del gobierno, ex empleados y familiares que habían calificado para recibir tratamiento.
De igual manera, 88 de ellos eran provenientes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional; mientras que 74 fueron remitidos por el Departamento de Defensa.
El resto, incluye a 28 personas remitidas por el FBI, 44 por el Departamento de Estado y 26 de los Departamentos de Seguridad Nacional y Agricultura, el Consejo de Seguridad Nacional y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, recoge el informe.
Entre los principales síntomas descritos por las víctimas se encuentran la exposición a fenómenos sensoriales como presión y ruido provenientes de un lugar específico y el desarrollo de trauma cerebral y una variedad de otros síntomas como vértigo, tinnitus, migraña, problemas visuales y deterioro cognitivo.
Con respecto a la Embajada estadounidense en La Habana, no fue hasta finales de 2016 que los funcionarios empezaron a sufrir una serie de extraños síntomas, por lo que desde esa fecha comenzó su preocupación por el manejo de la situación por parte de las agencias de inteligencia, así como por las conclusiones que descartaron un posible ataque de un adversario extranjero.
En febrero de este año, el Congreso de ese país, aumentó sus sospechas de que los informes de inteligencia no indagaron lo suficiente en el asunto y se apresuraron en descartarlo como una amenaza.
Inicialmente considerado como un insólito “ataque acústico”, la investigación de los eventos estuvo marcada por discrepancias y omisiones en los estudios encargados por agencias gubernamentales, los cuales han aumentado la confusión en torno a estos incidentes. Aunque las agencias de inteligencia han descartado la participación de adversarios extranjeros, informes posteriores sugieren que dispositivos comerciales como altavoces direccionales podrían estar involucrados.
Precisamente, a finales de marzo de este año, un reportaje de investigación realizado por The Insider, en colaboración con 60 Minutes y Der Spiegel, aportó evidencias que sugieren que los incidentes de salud anómalos (AHI, por sus siglas en inglés) -también conocidos como Síndrome de La Habana- pueden tener su origen en el uso de “armas de energía dirigida” empuñadas por miembros de la Unidad 29155 de los servicios de inteligencia militar de Rusia (GRU).
Según revela el extenso y detallado trabajo periodístico, miembros del escuadrón de sabotaje de inteligencia militar del Kremlin han sido localizados en los lugares de los presuntos ataques contra personal del gobierno estadounidense en el extranjero y sus familiares.
“Es el Síndrome de Washington”, afirmó la subdirectora para Estados Unidos de la Cancillería cubana, Johana Tablada de la Torre, quien consideró que la publicación fue una operación de “propaganda” que busca reflotar “teorías conspirativas”.
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