Díaz-Canel "chequea" tubos mientras Cuba sigue a oscuras

El drama energético cubano ha encontrado su chivo expiatorio en las tuberías de las termoeléctricas. El problema, sin embargo, no es solo de tubos, sino de un régimen que lleva décadas taponando los conductos de libertad y prosperidad a la nación.


Miguel Díaz-Canel, el monarca de los apagones, volvió a la carga con uno de sus recorridos de chequeo, motivación y... soldadura. Esta vez, su parada fue en Marianao, donde protagonizó una simbólica visita al Taller de Tubería de la Empresa de Mantenimiento a Centrales Eléctricas (EMCE).

El artífice del “milagro energético revolucionario” de 20 horas de apagón y cero estallido social desde que golpeara, multara y encarcelara a los manifestantes que en 2022 salieron a protestar por los diarios y prolongados cortes de suministro eléctrico, se plantó en el destartalado taller de la EMCE para admirar la pericia de sus trabajadores en el corte, pulido y soldadura de tuberías metálicas.


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En lo que se podría catalogar como una escena representativa del surrealismo tropical, el gobernante inspeccionó, con mirada profunda y empáticos estrechones de manos, la fabricación de piezas para calderas de termoeléctricas moribundas.

Le hablaron del "economizador de salida", del "sobrecalentador colgante de techo", del "flushing" y de ciclos inaplazables de mantenimiento, todos términos que evocan más a un guion de ciencia ficción soviética que a una solución real para la oscuridad que abruma a millones de cubanos.

El objetivo: restablecer máquinas térmicas y así, según promesa del Partido Comunista, reducir los tiempos de afectaciones. Porque, al parecer, el enemigo del pueblo no es el modelo económico fallido, ni la falta de inversión sistemática, sino un conjunto de tubos indolentes que acumulan óxido y suciedad, y que obstruyen los fluidos que circulan a mayor gloria de la “revolución”.

Durante el recorrido, el docto gobernante —flanqueado por sus ya clásicos acompañantes de guayabera, pistola y libreta en mano— se interesó por la “tecnología disponible” y por la “fuerza de trabajo”, que en el lenguaje oficial equivale a preguntar si todavía queda alguien con conocimientos para mantener funcionando una termoeléctrica sin milagros.

En Santa Cruz del Norte, explicaron los técnicos al Noticiero Nacional de Televisión (NTV), están produciendo nada menos que cuatro elementos tubulares a la vez, además de un recalentador y un sobrecalentador colgante. Una proeza laboral que casi amerita una jabita por trabajador... si no fuera porque la mitad del país sigue sin electricidad y en Palacio ya caló la idea de "eliminar subsidios excesivos y gratuidades indebidas".

Por supuesto, no podía faltar la reflexión final del mandatario: que estas líneas y producciones “representan mucho” para reducir el tiempo de afectaciones. A juzgar por los informes de Felton, donde en febrero solo se había limpiado una cuarta parte de los tubos -y que ha colapsado más veces que un paciente terminal con fallo multiorgánico-, la afirmación suena, cuanto menos, optimista.

Cuba sigue apagada, pero los tubos... ya están chequeados.

La obsesión nacional con los tubos

El drama energético cubano ha encontrado su chivo expiatorio técnico: los tubos. No los de las cloacas del Estado –tuberías de propaganda, ideología y corrupción-, sino los de las calderas de las termoeléctricas, presentados como la pieza clave que decidirá el destino energético de toda una nación.

Y nadie ha defendido esta tesis con más vehemencia que Vicente de la O Levy, ministro de Energía y Minas, convertido en predicador oficial del evangelio tubular.

En junio de 2024, tras una de las tantas roturas de la termoeléctrica Felton, el ministro salió al ruedo con una declaración estelar: “los apagones se deben a la rotura de tubos en la caldera”.

Desde entonces, no ha habido discurso oficial sobre el tema que no incluya términos como “economizador”, “recalentador” o “sobrecalentador colgante”. En otras palabras, Cuba no sufre una crisis estructural del sistema eléctrico, sino una especie de rebelión metálica interna.

En febrero de 2025, otra “prioridad estratégica” fue revelada: la limpieza de los tubos de Felton. Se trataba, según el régimen, de ciclos de mantenimiento "inaplazables", que por algún motivo se postergaron durante años... hasta que dejaron de ser postergables y se volvieron justificables. Con sus tubos ya limpios, Felton sigue siendo la misma chatarra colapsada e ineficiente.

En paralelo, De la O Levy ha pedido paciencia a la población, asegurando que los apagones “son soportables”, porque claro, no hay mejor consuelo que saber que el problema es técnico, concreto y tiene forma de cilindro. La narrativa se completa con el colapso del sistema eléctrico en septiembre de 2024, donde una vez más, los tubos fueron llamados al banquillo.

Así llegamos a 2025, donde el gobernante designado por Raúl Castro y azotado por Ramiro Valdés dedica parte de su jornada a supervisar directamente la fabricación y soldadura de piezas metálicas, como si su presencia pudiese enderezar, por decreto, las curvas de acero... o las de la generación energética.

El problema, sin embargo, no es solo de tubos, sino de un sistema que lleva décadas taponando los conductos de libertad y prosperidad a la nación. Pero mientras tanto, el régimen seguirá aferrado a su nueva narrativa de salvación: resistencia creativa, unidad y empalme tubular.

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Iván León

Licenciado en periodismo. Máster en Diplomacia y RR.II. por la Escuela Diplomática de Madrid. Máster en RR.II. e Integración Europea por la UAB.


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Este artículo ha sido generado o editado con la ayuda de inteligencia artificial. Ha sido revisado por un periodista antes de su publicación.


Iván León

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Licenciado en periodismo. Máster en Diplomacia y RR.II. por la Escuela Diplomática de Madrid. Máster en RR.II. e Integración Europea por la UAB.

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