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Un informe de inteligencia que involucró a siete agencias de investigación estadounidenses, incluida la CIA, confirmó que el misterioso padecimiento conocido como “síndrome de La Habana” no fue causado por un agente extranjero ni por el uso de armas emisoras de ondas de energía.
El informe confirma otros informes de la CIA y destierra una teoría publicada el pasado año por un grupo de investigadores convocados por la Administración Biden, quienes indicaron que probablemente “un enemigo clandestino” que usaba “ondas de energía como arma” había logrado enfermar a cientos de diplomáticos; y alegaba que el estrés o las reacciones sicosomáticas no pueden explicar en su totalidad los incidentes reportados en embajadas estadounidenses desde 2016.
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Si bien la nueva evaluación, a la que accedió The Washington Post, no desmiente el llamado Síndrome de La Habana, sí afirma que tras varios años de investigación los expertos concluyeron que era "muy improbable" que un adversario extranjero como Rusia fuera responsable de los síntomas descritos.
El informe final de los servicios de inteligencia concluyó que los expertos médicos no podían atribuir los síntomas a una causa externa distinta de una afección preexistente o de factores ambientales, incluidas afecciones como conductos de aire obstruidos en edificios de oficinas que pudieran causar dolores de cabeza.
Asimismo, el panel de expertos independientes también puso en duda una causa psicológica, y alegaron que "los factores psicosociales por sí solos no pueden explicar las características principales, aunque pueden causar algunos otros incidentes o contribuir a los síntomas a largo plazo", señalaron.
En 2016 comenzaron las primeras denuncias desde La Habana, pero después se reportaron en varias embajadas de Estados Unidos en el mundo. Diplomáticos, sus familiares e incluso personal de la CIA dijeron que estaban padeciendo “sensaciones acústicas extrañas y dolorosas” como zumbidos en los oídos seguidos de presión en la cabeza y náuseas, dolores de cabeza y malestar agudo.
Muchos de los afectados aseguraban haber sido víctimas de un ataque deliberado de Rusia o de otro gobierno adversario.
Sin embargo, la nueva investigación analizó 1.000 casos de estos “incidentes sanitarios anómalos” y determinó, aunque sin total consenso, que era “improbable” que un actor extranjero fuera culpable.
Los funcionarios dijeron que cuando los analistas examinaron grupos de casos reportados, incluso en embajadas estadounidenses, no encontraron ningún patrón o conjunto común de condiciones que pudieran vincular casos individuales; y tampoco hallaron pruebas ni datos de geolocalización que indicaran que un adversario había utilizado una forma de energía dirigida, como ondas de radio ultrasónicas.
En algunos casos, no había "línea de visión directa" con el personal afectado que trabajaba en instalaciones estadounidenses, lo que ponía en dudas la posibilidad de que un arma de energía pudiera haber sido la culpable.
Uno de los funcionarios dijo bajo condición de anonimato que incluso en lugares geográficos donde la inteligencia estadounidense tenía efectivamente total capacidad para vigilar el entorno en busca de indicios de interferencias maliciosas, los analistas no encontraron pruebas de la intervención de algún adversario.
"No había nada", subrayó.
La evaluación de los servicios de inteligencia también examinó si un adversario poseía un dispositivo capaz de utilizar energía para causar los síntomas notificados.
De las siete agencias, cinco determinaron que era "muy improbable", mientras que las otras dos dijeron que era "poco probable", detalló el Post.
En un comunicado, el director de la CIA, William J. Burns, dijo que respaldaba totalmente las conclusiones del informe, desarrollado por analistas que habían llevado a cabo "una de las mayores y más intensas investigaciones de la historia de la Agencia".
No obstante, aclaró que "estos hallazgos no cuestionan las experiencias y los problemas de salud "reales" que el personal del Gobierno de EE.UU. y sus familiares han denunciado mientras servían a nuestro país".
Asimismo, la directora de Inteligencia Nacional, Avril Haines, subrayó que "sobra decir que estas conclusiones no ponen en tela de juicio las experiencias y síntomas muy reales que nuestros colegas y sus familiares han relatado".
Sin embargo, los afectados y sus abogados afirmaron que el nuevo informe es incompleto y opaco; y exigieron a las agencias involucradas en la investigación revelar cómo habían llegado a sus conclusiones.
Aseguran que la CIA y otras agencias de inteligencia "no investigaron suficientemente la posibilidad de que se utilizara un arma de energía contra ellos".
Ellos estiman que debió analizarse el historial de viajes de los presuntos agentes de inteligencia rusos para determinar si coincidían con los lugares y los momentos en los que se notificaron los síntomas.
Los funcionarios de inteligencia responden que los analistas examinaron detenidamente esa posibilidad y dedicaron recursos extraordinarios a la búsqueda de una posible causa, pero no encontraron ningún patrón que relacionara los casos denunciados con una posible causa.
Un alto funcionario afirmó el miércoles que el gobierno de Joe Biden seguiría asegurándose de que el personal afectado por el Síndrome de La Habanarecibiera atención médica y que tramitaría las solicitudes al amparo de una ley que indemniza a los empleados del gobierno que experimentaron síntomas y en algunos casos tuvieron que dejar de trabajar.
Algunas personas podrán optar a pagos de hasta seis cifras, explica el medio de prensa.
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