Gobierno cubano emprende ajustes de servicios de pago electrónico

Solo queda esperar que la “parada tecnológica” solo dure las seis horas previstas.

Cajero en Banco Metropolitano (Foto de archivo) © CiberCuba
Cajero en Banco Metropolitano (Foto de archivo) Foto © CiberCuba

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Con su acostumbrada laxitud, el régimen de la Isla informó este viernes que se realizará una parada de seis horas en los sistemas de pago electrónico, vinculados a las tarjetas magnéticas de diversa índole, los cajeros electrónicos y las apps de transferencias virtuales, con vistas a ampliar el servicio y estandarizar su funcionamiento.

En una nota informativa divulgada por la prensa y por redes sociales, el Banco Metropolitano reporta que “a partir de las 12 de la noche de este sábado 24 y hasta las 6:00 am del domingo 25 se realizarán labores de transformación de la infraestructura tecnológica de Servicios de Pago RED S.A.”


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Más adelante la nota especifica que “Para llevar a cabo dichas acciones es necesario realizar una parada del equipamiento tecnológico que soporta los servicios de los canales de pago electrónicos, asociados a todas las operaciones en los cajeros automáticos, la plataforma EnZona, la red de terminales de Puntos de Venta (TPV) (…) además de las operaciones de transferencias entre bancos por la plataforma Transfermóvil”.

A pesar del tono tranquilizador, las disculpas ofrecidas por todas las molestias ocasionadas y la inclusión en este proceso no solo de las tarjetas RED sino las asociadas a UnionPay y MIR, no se puede reprochar a quienes sientan un vuelco de desconcierto, pues para muchos cubanos el pago electrónico es otro Vía Crucis que debe transitar para sobrevivir.

El estallido del escándalo por el supuesto ataque cibernético “desde el exterior” que impidió el proceso de aumento de precios estatales a un grupo de servicios básicos, entre ellos el combustible, colocó en el centro de la palestra pública el tema de la viabilidad de los sistemas financieros en soporte electrónico.

Siempre con la perspectiva de que vivimos sentados sobre un barril de pólvora, a punto de explotar, y los “peligros” a la seguridad nacional que implican el internet y las telecomunicaciones celulares, el Gobierno castrista le da otra vuelta de tuerca al gigantesco tornillo del control de sus ciudadanos.

Para nadie es un secreto que la internet demoró en desplegarse en Cuba por las reticencias de la envejecida y obtusa dirigencia del país que conocía perfectamente las ventajas de la red de redes, pero le convenía agenciársela para sus objetivos, pero no darle la oportunidad a los cubanos de salir de su habitual ostracismo.

Todavía entrado el siglo XXI muchos de nosotros recibíamos nuestro magro salario en sobrecitos bancarios y debíamos esperar largos períodos para que los trabajadores de contabilidad de nuestros centros de trabajo, también mal pagados y omitidos, terminaran sus jornadas maratónicas de ensobre y pagamento.

Cuando se impuso gradualmente el cobro por tarjeta magnética no se pensó —porque nunca se ha hecho, ni se hace y a estas alturas no se hará— en relativizar la disponibilidad de cajeros automáticos, la calidad de las tarjetas y equiparar los sistemas de nóminas y comunicación de los centros de trabajo cubanos con las sucursales bancarias en franca modernización.

Al final del día, como se dice, las transferencias electrónicas se convirtieron en otra fuente de estrés para el cubano de a pie al tener que enfrentar, como un castigo, la lentitud de una red sobreutilizada y envejecida, la fragilidad de las tarjetas magnéticas que se despellejan perdiendo toda la información y obligando a una expedición al banco para cambiarla.

Asimismo, viene a pulular el fantasma inmanente de la constante falta de conectividad de los POD’s, incluso en las tiendas en MLC, donde después de hacer la cola para entrar, escoger cuidadosamente lo que vas a comprar para que te alcance el dinerito y esperar en una inmensa cola de una sola caja aunque existan cien, si la conectividad falla y aunque se haya descontado el monto de la tarjeta, se tiene que dejar la compra en la tienda e ir al banco a solicitar la devolución, con cola, maltrato y precariedad incluidos.

Solo queda esperar que la “parada tecnológica” solo dure las seis horas de la madrugada previstas y no tengamos que enfrentar más días con el servicio ralentizado y las inconexiones acostumbradas; sobre todo, por la necesidad de creer, aunque sepamos que es por gusto, en que es “el objetivo de incrementar la disponibilidad, capacidad, agilidad de los servicios electrónicos de pago, a la par de optimizar las operaciones”.

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